lunes, 19 de marzo de 2012

EL PUEBLO NO TUVO NADA QUE VER CON LA CONSTITUCION DE 1812

Conversamos con Félix Rodrigo, historiador y colaborador habitual de este periódico, con motivo de los actos conmemorativos del Bicentenario de la Constitución de 1812, conocida popularmente como “La Pepa”. Desde hace unos años, Félix mantiene una intensa actividad para denunciar ampliamente la misma a través de sus escritos (ver cnt nº 370), entrevistas y vídeos publicados sobre la cuestión.
Redacción: ¿Qué grupos sociales o políticos promovieron la Constitución?
Félix Rodrigo: La Constitución de 1812 es obra del aparato de Estado en la forma que adoptaba en ese tiempo.
Los dos grupos sociales que la promovieron e hicieron fueron el ejército y la Iglesia, seguidos de los altos funcionarios del Estado y los abogados. La composición sociológica de las Cortes gaditanas era esa, y ese fue también el bloque de fuerzas sociales promotor.
R.: ¿Cuáles son las claves de ésta, de cara a comprender nuestra historia contemporánea?
F.R.: La cuestión de más peso es que La Pepa, al reforzar mucho el aparato estatal y al darm un impulso decisivo al capitalismo (hasta el punto de que se puede decir que lo crea a partir de formas pre-capitalistas precedentes), choca frontalmente con las clases populares, que resisten la operación por muchas vías, por ejemplo, en la sangrienta guerra civil de 1821-23.

La Constitución gaditana abre un tiempo de conflagración civil casi permanente entre el Estado y el pueblo, y entre el capitalismo ascendente y las clases trabajadoras, lo que va a llevar a la guerra de 1936-39, que es el episodio mayor, pero no el único, de dicha resistencia.
R.: Afirma que esta constitución liberal provocó una guerra civil permanente. ¿De qué forma esto fue así?
F.R.: Dicha conflagración adoptó muchas formas, y se mantuvo hasta la estabilización a sangre y fuego de la sociedad que hizo el franquismo. Además de la pugna civil ya mencionada tenemos la I guerra carlista, que en la base popular fue una oposición del pueblo a La Pepa, las microresistencias a los procesos de privatización del comunal y anulación de la autonomía del municipio, el movimiento cantonal, dirigido contra el centralismo, las luchas anti-tecnológicas (Alcoi, Barcelona, etc.), las acciones del naciente proletariado industrial, la gran rebelión popular del verano de 1783 contra la I República estatal y capitalista, que fue una verdadera revolución, con casi- desintegración del ejército, aplastada por los republicanos burgueses con Pi i Margall al frente, los alzamientos jornaleros en el sur, la oposición a la imposición del castellano enEuskal Herria, Cataluña y Galicia, la gran rebelión de 1909 en Cataluña, la fundación de
CNT en 1910, las huelgas de los años 20 del siglo pasado, la resistencia al colonialismo español, las movilizaciones contra la II República y finalmente el gran choque de la guerra iniciada en 1936. La Pepa ha hecho correr, pues, ríos de sangre, porque encontró una
oposición popular, ella y sus continuadoras, muy fuerte.
R.: ¿Qué grado de participación tuvo el pueblo en su gestación y elaboración?
F.R.: El pueblo no tuvo nada ver con la Constitución de 1812, nada. La hizo y promulgó un bloque de poder formado por las élites de entonces, en particular las del aparato estatal.
Basta con leer sus 384 artículos, a menudo farragosos e insufribles, para comprender que las clases populares fueron sólo espectadoras, en el mejor caso, y víctimas, en el peor. Fue la Iglesia, que había proporcionado el 30% de los diputados de Cádiz, la que la impuso al
pueblo en lo ideológico, aunque con poco éxito, al leerla en la misa dominical en cada parroquia, y al propagarla de muchas maneras.
R.: ¿Quienes se opusieron en aquel momento a la Constitución?
F.R.: En principio sólo hubo la oposición, en realidad meramente formal, del bando "afrancesado", o colaboracionista con Napoleón I. Pero esto no tuvo importancia. El problema de las élites españolas con La Pepa es que estaban convencidos de que ocasionaría un alzamiento popular, por eso Fernando VII la deroga en 1814, pues antes había que desarmar al pueblo, armado en la guerrilla contra los
franceses. Hecho eso, se promulga en 1820, el pueblo espera un año a ver qué tal, y en 1821 se alza en armas, sobre todo en el mundo rural. Dada la combatividad popular, las clases mandantes se dividen sobre la estrategia a seguir, dura (liberales) o "blanda" (carlistas),
pero unos y otros estaban de acuerdo en lo sustantivo pues el ejercito era rabiosamente liberal, y el clero, por ejemplo, el cardenal primado de España en ese tiempo, Luis de Borbón, también.
El bando "absolutista" no discrepaba sustantivamente de la Constitución de Cádiz, sólo de los procedimientos usados para imponerla y del ritmo e intensidad de los cambios a introducir.
Franco es un heredero de La Pepa en todo lo importante menos en el parlamentarismo, una cuestión menor.
R.: Y hoy, ¿existe algún tipo de posicionamiento contrario a sus actos conmemorativos?
F.R.: Dado el lavado de cerebro que han padecido las gentes en esta cuestión, cuyo agente principal ha sido la izquierda, que es la fuerza
principal del capital y el Estado hoy, lo que se da es un estado de confusión y la oposición no es grande, pero sí mayor de lo que yo esperaba.
La mentiras del liberalismo, el progresismo y el izquierdismo empiezan a desmoronarse, y durante todo 2012 veremos en qué quedan.
Para el capitalismo será bastante grave que la interpretación legitimadora de su existencia que realiza la izquierda y la derecha, con La Pepa como gran maravilla, se venga abajo, al menos en la mente de un sector de las clases populares. Eso facilitará la germinación de la idea de revolución anti-estatal y anticapitalita en las conciencias.
Quienes se mantienen pasivos ante los fastos del Bicentenario mientras, por ejemplo, El Corte Inglés acaba en ocasiones sus cuñas propagandísticas con un "¡Viva La Pepa!" están contrayendo una grave responsabilidad.
PERIODICO CNT MARZO 2012

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