lunes, 14 de mayo de 2012

La España de Franco tuvo la mayor red de campos de concentración después de la Alemania Nazi»


La identificación por primera vez utilizando el ADN de asesinados por la represión franquistas que fueron enterrados en  fosas comunes, y  los denominados "esclavos del franquismo", prisioneros que fueron arrendados hasta 1970 a empresas privadas.
El 20 de octubre de 1940, en el palacio que había sido el Senado durante la República. Himmler visitó  Barcelona, cuyo Ayuntamiento franquista le recibió con todos los honores, y visitó horas más tarde el monasterio de Montserrat, donde también fue recibido por el abad y la comunidad monástica en pleno.
El objetivo principal de la visita de Himmler a las autoridades políticas del régimen franquista fue la de firmar un convenio de colaboración que reforzara así la que había existido desde el año 1937 entre la Gestapo y el  régimen franquista. La Gestapo colaboró, por ejemplo, en el establecimiento de los campos de concentración franquistas. En realidad, muchos de los experimentos realizados en los campos de concentración nazis en Alemania fueron realizados antes por la Gestapo en los campos de concentración franquistas. Es más, muchas de las víctimas de tales experimentos en los campos de concentración nazis fueron españoles republicanos residentes en Francia que fueron deportados por la Gestapo a tales campos. Esos republicanos españoles fueron el mayor grupo de deportados (después de los judíos) que la Gestapo llevó desde Francia a los campos de concentración nazis. En tales campos se les conocía por su triángulo azul en sus uniformes. El 64% de ellos murió en esos campos. Otros muchos que no fueron deportados a los campos de concentración fueron enviados por la Gestapo a Alemania, donde trabajaron como esclavos, mientras que otros fueron detenidos y llevados por la Gestapo a España -como el presidente de la Generalitat, Lluís Companys-, donde fueron fusilados.
Con un  papa Pío XII tolerante con el nazismo a fin de salvar los intereses corporativos de la Iglesia, pero que se muestra, sin embargo, con una cierta ambivalencia hacia el régimen de Hitler. Pío XII no tuvo, sin embargo, ninguna ambivalencia hacia el alzamiento fascista español y el establecimiento de la dictadura española (responsable de lo que Paul Preston ha definido correctamente como el Holocausto español), a la que bendijo como obra de Dios, aprobó su definición como Cruzada, condecoró al general Franco con la Orden Suprema de Cristo, la más alta institución vaticana, condecoración que le impuso el nuncio apostólico Antonicetti, ex delegado apostólico en la zona franquista durante el alzamiento militar. Pío XII, el Vaticano y la Iglesia española eran conocedores de las enormes atrocidades realizadas por el régimen español, del cual la Iglesia española formó parte esencial y contribuyó a su represión. .
El experto ha sido uno de los encargados en investigar los centros de confinamiento de la dictadura Franquista durante y después de la Guerra Civil. El 18 de julio se cumplen setenta años del golpe de Estado de la Guerra Civil española. Un pasaje de la historia que ha dado mucho de qué hablar y de qué escribir. Pero sobre el que todavía se proyectan sombras. Algunas tan alargadas como la que ocultan los campos de concentración franquistas. El experto Javier Rodrigo ha sido uno de los historiadores encargados de arrojar luz sobre el tema. Por estas instalaciones pasaron más de 300.000 prisioneros.
-¿Cuántos campos de concentración hubo en España?
-Entre 1936 y 1947 hubo más de cien instalaciones estables de este tipo. Pero si sumamos los campo de detención temporal, asentados en las primeras líneas de la retaguardia, la cifra asciende hasta 188 enormes campos de concentración.
-Se trató de la red concentracionaria más amplia, densa y poblada de toda Europa, sin tener en cuenta los campos alemanes durante la Segunda Guerra Mundial. Y, posiblemente, también la menos conocida, hasta hace bien poco.
Eran campos no solo destinados al exterminio, sino también  a la clasificación, y la utilización de la mano de obra esclava de los internos. Además, estaban pensados para que los prisioneros sufriesen en sus carnes toda una política de humillación cotidiana, sed, hambre, torturas y maltratos.
-¿Por qué considera que es necesario hablar de los campos de concentración franquistas?
-Porque hay que integrarlos en nuestro pasado reciente. Historias como ésas, escritas con trazos de sangre y crueldad, son las que desmontan la enorme mitificación que existe de Franco y de su régimen, la "falsa memoria".
-Defiende la memoria como homenaje a las víctimas.
-No exactamente. Defiendo el homenaje a la memoria de las víctimas. Eso sí, sin instrumentación política alguna. Eso ya se hizo durante la dictadura con unas víctimas, los "caídos por España".
-Sin embargo, hay muchos que no quieren recordar...
-Aún no he conocido a algún prisionero de guerra en un campo de concentración, a algún trabajador forzoso en un campo de trabajo, o a algún preso político que no haya querido denunciar la mala situación en que vivían, el hacinamiento, el hambre y las enfermedades.
-Ya, pero en algunas familias es tema tabú.
-Es cierto que hay quien ha optado por el olvido, pero no siempre ha sido algo voluntario.
-¿Que lo ha provocado, entonces?
-Por un lado, la humillación y, por otro, la omnipresencia de lo que se llamaban víctimas "nacionales" en los espacios públicos. De todos modos, hay que respetar a los que no quieren recordar. Los olvidos también son parte de la memoria.
-En ocasiones, parece que las víctimas de un bando valen más que las del otro...
-Las víctimas son víctimas. Lo que las diferencia es la utilización, instrumentación y manipulación que se hace de sus vidas y de sus muertes. Durante la dictadura, solamente hubo unos muertos, los "caídos por Dios y por España".
-¿Y ahora?
-Vivimos un presente relativista que carece de referentes morales y políticos. Y a falta de algo mejor, los encuentra en el pasado. De la invisibilidad de las víctimas republicanas hemos pasado a su presencia pública y, a veces, incluso a su omnipresencia.
-¿Hay intereses políticos detrás del olvido de los campos de concentración?
-Los hubo durante la dictadura, claro. La España de Franco después de la derrota mundial del nazismo  no podía mostrarse de cara al exterior como el régimen criminal que era. Por eso, se puso en marcha la maquinaria del silencio y la negación. Afortunadamente, fue un "memoricidio" fracasado.
El historiador británico Paul Preston distingue entre dos tipos de crímenes: raciales y políticos. En los primeros encaja Hitler, que arrasó con judíos, gitanos y eslavos, mientras que el instinto vengativo de Franco se concentró en exterminar al adversario político. Visto así, "los crímenes políticos que cometió Franco fueron muy superiores a los cometidos por Hitler", comentó  Preston en los cursos de la Universidad Complutense, cuando se cumplen 65 años del fin de la Guerra Civil.
En la conferencia de prensa que tuvo lugar sobre el holocausto de los crímenes cometidos por Franco, en referencia al título del libro de Preston, El holocausto español, el historiador respondió: "Con ese título he querido llamar la atención sobre la escala de violencia y matanzas que hubo  durante y después de la Guerra Civil. Existe la matanza de seis millones de judíos realizada por Hitler, pero, de no haber pasado eso, lo ocurrido en España se hubiese remarcado lo espantosísimo que fué". A pesar de que el recuento de los muertos en España es complicado, añadió, los cientos de miles encarcelados, más los cientos de miles exiliados y los miles de deportados a campos de concentración suman un holocausto.
Después se manifestó sobre una polémica de hoy. El derecho de las familias a conocer a sus muertos enterrados en fosas comunes. "La gran diferencia entre las familias de vencedores y vencidos es que las atrocidades cometidas en la zona republicana tuvieron lugar como consecuencia de que, tras un golpe de Estado, se desmoronan todas las estructuras de orden público. Por el contrario, las atrocidades en zona nacional son un instrumento deliberado del Estado, practicadas por el Ejército, la Falange y justificadas por la Iglesia católica. Y de esta forma, los muertos que fueron consecuencia de los desmanes republicanos sí se pudieron llorar y oficialmente se les trata como héroes y mártires. Esto es lo que se merecen ahora las familias de los fallecidos republicanos".




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