jueves, 14 de junio de 2012

LUCIA SANCHEZ SAORNIL MILITANTE LIBERATRIA


El 2 de junio de 1970 muere en Valencia (Comunidad Valenciana) la escritora, poetisa, feminista y militante libertaria Lucía Sánchez Saornil. Había nacido el 13 de diciembre de 1895 en el seno de una familia pobre de la calle Labrador del barrio de Peñuelas de Madrid (España). Eugenio, su padre, era un republicano que trabajaba como telefonista del duque de Alba y su madre, Gabriela, murió pronto y también su hermano, lo que obligó Lucía a hacerse cargo de su padre y de una hermana más pequeña. Estudió en el Centro de Hijos de Madrid y pintura en la Academia de Bellas Artes de San Fernando. Empezó a trabajar en la Compañía de Teléfonos a partir de 1916 y desde muy joven se liga a los renovadores de la poesía, primero como modernista y después como ultraísta - encontramos poemas suyos en revistas literarias desde 1916 como Los Quijotes, Grecia, Cervantes, Ultra, Tableros, Plural, Gran Guiñol, Manantial -, pero con un sentido crítico ajeno a muchos ultraístas. Frecuentó Larrea, Gerardo Diego, Borges, Garfias, Vighi, Guillermo de Torre y Adriano del Valle, entre otros literatos. Su presencia en el anarquismo es segura desde finales de la Dictadura de Primo de Rivera y, ya afiliada en la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), participó en la gran huelga de la Telefónica tras la cual sufrió represalias, primero con un traslado a Valencia en 1927, despachada en 1931 y finalmente readmitida en octubre de 1936. En Madrid, entre 1933 y 1934, participó en la redacción de CNT y en la secretaría de la Federación Nacional de Industria ferroviaria. Durante el periodo republicano desarrolló una extensa labor de propaganda y colaboró ​​en los más importantes rotativos libertarios, quedando marginadas sus tendencias poéticas que, sin embargo, recuperaría durante la guerra. Participó en el asalto del Cuartel de la Montaña cuando estalló el golpe militar fascista y se dedicó a tareas periodísticas en la frente. En 1937 aparece como jefe de redacción de Umbral, en Valencia, donde conocerá la que será su compañera el resto de su vida, América Barroso. Intervino en la organización de colectividades agrarias en Castilla. A finales de 1937 se traslada a Barcelona. Ejerció importantísimas tareas de organización de las mujeres, como en la participación directa en la fundación de «Mujeres Libres», ocupando la secretaría general y siendo su portavoz, y en la realización de mítines (Elda, etc.). En mayo de 1938 ocupó la secretaría general de Solidaridad Internacional Antifascista (SIA), organización en la que ya había ejercido cargos importantes - secretaria de prensa y de propaganda junto a Baruta, Carrasquer y otros, y secretaria de su consejo mundial en 1938 a la salida de Pedro Herrero -, lo que le implicará tener que realizar numerosos viajes a Francia en busca de víveres. En 1939 se instaló en Francia, donde durante los últimos meses de la guerra se mantuvo muy activa en Perpiñán y más tarde en París (1940) y Montalbán. En el exilio vivió del retoque fotográfico y Montalbán fue además secretaria de una asociación cuáquera. Retornó clandestinamente a Madrid para encontrarse con su padre enfermo entre 1940 y 1941, y según otras fuentes ante el peligro de acabar en los campos nazis, en 1942. Tras ser reconocida en Madrid, se trasladó a Valencia, donde vivió clandestinamente hasta 1954, cuando legalizó su situación, trabajando del retoque de fotografías, y en América en un consulado. No parece que militara en la clandestinidad libertaria. Tras serle diagnosticado un cáncer, pasó los últimos años de su vida inmersa en una angustiosa búsqueda de la fe. Siempre utilizó el seudónimo Luciano San-Saori. Podemos encontrar escritos suyos en Avance Marino, CNT, El Libertario, Más lejos, Mujeres Libres, La Revista Blanca, Solidaridad Obrera, Tiempos Nuevos, Tierra y Libertad, Umbral, entre otros. Es autora de Versos sobre Durruti (1937), Horas de revolución (1938), Romancero de Mujeres Libres (1938). En 1996 la editorial Pre-Textos y el IVAM publicó Poesía, conjunto de su obra poética conocida, que no es todo la que escribió, editado por Rosa María Martín Casamitjana y con la colaboración de Antonia Fontanillas. Pionera de la reivindicación del deseo lésbico, sus poemas eróticos dedicados a la belleza femenina tienen una fuerza y ​​originalidad poco comunes.


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