miércoles, 29 de agosto de 2012

Historias de amor, República y muerte


Arturo se casó con Julia el mismo día que fue fusilado por el régimen de Franco. Alfonso y Josefina se suicidaron abrazados antes de ser detenidos en el año 40. Victoria llamaba a su marido en su lecho de muerte tras más de 30 años sin verlo.
 Arturo Lodeiro fue fusilado el mismo día de su boda. De hecho, nunca llegó a ver a Julia Muñoz como esposa. Se casó en articulo mortis. El 27 de abril de 1940, tras 10 meses encarcelado por estar afiliado a la CNT, Arturo contrajo matrimonio con el que había sido el amor de su vida, Julia. Ambos tenían una niña de dos meses. Apenas unas horas después, a la edad de 35 años, fue ejecutado. ¿Delito? “No consta”, según señala el certificado de Instituciones Penitenciarias que da fe de su entrega al piquete de ejecución. “¡Lo mataron sin saber por qué! Es mi deber moral que esta historia se conozca”, cuenta indignada Julia Mota, 68 años después de la ejecución de su abuelo.
En su última carta, horas antes de ser fusilado, Arturo daba cuenta a Julia de su última voluntad. “Adorada esposa: En este momento realizo mi voluntad por lo cual puedo llamarte al final de mi vida, esposa mía, y a mi niña, hija verdadera. A pesar de que los momentos no son de los más agradables, al menos me cabe la alegría de haber cumplido contigo como Dios manda. Ya, querida nenita, puedes llamarme esposo, y cuando hables a nuestra Julina de mí, le digas que su papaíto la quería mucho por ser hija tuya y por quererte como jamás quise. Tú, Julia mía, procúrate una relativa y sana felicidad. No le des a mi nena un padre que sea malo”, escribe Arturo.
Julia encontró otro hombre y cumplió la voluntad de su marido de darle a su hijo un padre que no sea “malo”. A lo largo de 60 años, la viuda guardó cada una de las cartas que Arturo le escribió en diminutos papeles de tabaco de liar que le entregaba cosidos en los pantalones como si de diamantes se tratara. Algunas eran de amor, otras trataban la realidad de la cárcel y otras, regañaban a Julia. “Nena, te tengo dicho que no me mandes comida. Sé que tú no tienes y no puedo tolerar que tú pases hambre. No vuelvas a hacerlo”, insiste Arturo a Julia.
"No le eduques en la venganza hazle saber que tiene que querer", escribe Arturo
Sin embargo, gran parte de las diminutos mensajes de Arturo a su mujer iban dirigidos a la educación de la pequeña recién nacida. “No le eduques en la venganza hazle saber la necesidad que tiene de querer”, escribe el hombre, cerrajero de profesión, quien insistió vehemente en que Julia no guardara rencor a nadie por su ejecucción: “Ya sabes que no quiero rencores, acepta esto con la mayor resignación y considéralo como lo que es, un error".
Julia, su nieta, se crió escuchando a su abuela recordar la bondad de Arturo. “Cuando le preguntaban a mi abuela por él resumía su carácter con una anécdota. Un día de invierno Arturo llegó a casa sin chaqueta y cuando mi abuela le preguntó que dónde estaba el abrigo él respondió que se lo había dado a uno que tenía más frío que él”, recuerda Julia, quien describe a su abuelo como un “hombre de ímpetu, idealista y soñador”. Su abuela, Julia, no pudo siquiera recoger el cuerpo para darle entierro. A los días de su muerte, el cadáver fue entregado a los padres de Arturo, que desconocían que se había casado en prisión, para que fuera enterrado en el panteón familiar. “En su tumba está escrito que murió el 10 de mayo ocultando el fatal desenlace que tuvo mi abuelo”, señala Julia.
“Mi único objetivo cuando difundo esta historia es que todo el mundo conozca lo que sucedió en España durante esos años. Que la guerra no fue de igual a igual. Que los dos bandos no son iguales. De pequeña pensaba que era una loca por como me sentía al pensar en mi abuelo. Después encontré a más gente en esta lucha, unidos por una misma causa y, aunque sean malos tiempos para la memoria, es mi deber que esta historia se conozca”, concluye la nieta de Arturo Lodeiro y Julia Muñoz.
Cazados en el bosque
Josefina Álvarez y Alfonso Vázquez vivieron y murieron juntos. Se conocieron una tarde de primavera en un acto de las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU) en el concejo de Lena (Asturias) en los tiempos de la República. Desde entonces, hasta los primeros días del año 40 no se separaron ni un segundo. Perseguidos desde la conquista de Asturias por parte del bando franquista en octubre de 1937 por la afiliación política de Alfonso al Partido Comunista y su papel en la revolución de octubre de 1934, acorralados y sin salida, esta pareja decidió morir unida antes que entregarse a las autoridades franquistas.
“Estuvieron dos años y pico huidos por las montañas de la provincia. De casa en casa y de lugar en lugar. En invierno se refugiaban en una casa de unos amigos muy cercana a Pola. Hasta que los cazaron. Si se entregaban los obligarían a denunciar a sus amigos y después serían asesinados. Así que decidieron poner fin a su historia de otra manera”, recuerda Germán Mayora, historiador y autor del libro Cazados, que recrea la vida de esta pareja.
Esta pareja decidió suicidarse antes de ser atrapada por los falangistas La “otra manera” con la que Alfonso y Josefina decidieron poner punto y final a su vida es digna de cualquier tragedia shakesperiana. Abrazados en una solitaria casa en lo alto de la montaña, rodeados por sus cazadores que disparaban dentro de la casa, Alfonso y Josefina se rociaron con petróleo, se despidieron y con una pistola Astra, típica de la milicia republicana, se dispararon. Josefina en el corazón y Alfonso en la boca. Tal cual estaban, ya muertos, cayeron juntos en la hoguera donde ardieron hasta la llegada de sus cazadores, que veían como su presa se diluía.
Antes, Alfonso y Josefina tuvieron que soportar la muerte del padre del hombre y la tortura pública de su hermana, raptada, rapada al cero y humillada ante todo el pueblo para que delatara el escondite de su hermano. “Él le dijo a Josefina que lo dejara solo, que se podía salvar. Pero ella nunca accedió. Desde la revolución del 34 hasta las elecciones del 36, Alfonso ya tuvo que estar escondido y estuvo solo. Ella no quería volver a pasar por eso. Prefirió firmar su muerte junto a la del hombre que amaba”, concluye Mayora.
Exiliado en Rusia
Ángel Herraiz y Victoria Pradal se conocieron en un conocido parque de Almería donde llevaban a jugar a sus hermanos menores al principio de la República. Tímidos, en el parque cruzaban pocas palabras. Hasta que llegó el día del baile de máscaras donde aprovechando la capacidad de desinhibición que otorga tener el rostro oculto comenzaron a charlar y arrancó una larga historia de amor que duró hasta el último suspiro de vida de Victoria cuando en su lecho de muerte llamaba a Ángel a pesar de llevar más de 30 años separados por una dictadura que parecía no terminar nunca.
Afiliado al Partido Comunista y miembro del comité ejecutivo del Frente Popular en Almería, Ángel se enroló en las milicias republicanas para participar en la Guerra Civil a partir de 1937. A comienzos del 39, la guerra ya estaba perdida. Las tropas franquistas llegaban desde Málaga a Almería y no había forma humana de defender la ciudad, por lo que Ángel debió huir. Junto con su cuñado, el joven partió en coche con destino Alicante, último bastión republicano. Aunque antes, pasó por su casa a despedirse de su mujer y sus dos hijos de muy corta edad.
Ángel y Victoria se despidieron en 1939 y jamás se volvieron a ver
“Mi madre siempre recuerda la cara de Ángel cuando bajó aquellas escaleras. Tenía la cara blanca, muy blanca. Como de un muerto”, recuerda Gemma Pradal, sobrina-nieta de Victoria. Ángel intuía que aquella vez, aquél invierno del 39 sería casi con toda seguridad la última vez que viera a su esposa e hijos. Ahora debía huir. Camino de Alicante, Ángel y su cuñado decidieron cambiar de planes y comprar una pequeña barca para marchar al norte de África. Desde ahí, Ángel, completamente solo, inició el viaje de su vida y se exilió en Rusia.
Nada más supo la familia de él, hasta que el hermano de Victoria, Gabriel Pradal, viajó hasta México para formar las Cortes republicanas en el exilio. Allí conoció una delegación de Rusia que conocía a Ángel. Había batallado en la II Guerra Mundial y había estado a punto de morir. De hecho, los médicos lo dieron por muerto. Una enfermera, Nina, lo cuidó en su tiempo libre desoyendo los consejos de los médicos y consiguió salvarle la vida.
Recuperado el rastro de su familia, Ángel envió varios regalos y cartas hasta Almería. “Pasaban por París, después por Madrid y después Almería. Era muy importante que nadie descubriera la procedencia de los paquetes que llegaban”, señala Gemma, quien recuerda el regalo más bonito que envió Ángel desde Rusia. “Un día llegó un paquete especial. Cerraron todas todas las puertas, ventanas, persianas, todo. Toda la familia unida se reunió en la última habitación de la casa. Con una luz pequeña Victoria abrió el paquete. Era un broche de topacios con la forma de un girasol. Desde aquél día siempre lo llevó puesto. Fueron inseparables”, recuerda Gemma.
Victoria nunca más volvió a ver a su marido y nunca más volvió a enamorarse. Vivió enamorada de Ángel a pesar de la distancia. “Mi tía abuela jamás miró a un hombre, ni permitió ninguno se insinuara. Ni siquiera una mirada más de lo normal. Su marido se fue y para ella dejaron de existir los hombres”, relata Gemma, que recuerda los últimos momentos de vida de Victoria cuando agonizando llamaba a Ángel: “Pensé que llamaba a su hijo Ángel y le dije que estaba al lado que si  lo llamaba y ella me dijo: 'No es a ese Ángel al que llamo'”.
Su marido murió tiempo después. En Rusia, su país de adopción. Allí había hecho carrera como traductor de las obras de Máximo Gorki, conocido literato identificado con el movimiento soviético revolucionario. A su funeral asistió su hijo Ángel, quien pudo conocerlo justo un año antes de su muerte.

domingo, 26 de agosto de 2012

BENIGNO ANDRADE GARCIA EJECUTADO A GARROTE VIL


El 7 de agosto de 1952 muere a  garrote en A Coruña (Galicia) el guerrillero anarquista antifranquista Benigno Andrade García, más conocido como Foucellas o Foucelhas. Había nacido el 22 de octubre de 1908 a la aldea de As Foucellas (caprino, Curtis, Betanzos, La Coruña, Galicia). Estudió primaria en la escuela de la localidad y desde muy joven trabajó en el campo. Más tarde se instaló en León para trabajar en las minas de carbón de Fabero (Ponferrada). Casado con María Pérez, tuvo dos hijos, Josefa y Sergio. Su mujer trabajaba al médico de la localidad, Manuel Calvell, quien junto con su esposa Isabel Ríos Lazcano, dirigían la célula comunista de Curtis, llamada «Sociedad Republicana Radio Comunista», con la que simpatizaba Faucellas. Posteriormente afiliado a la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), cuando estalló la Guerra Civil se enroló en una columna que se dirigía a A Coruña, para encontrarse con la ciudad ya tomada por los grupos fascistas, por lo que volvió en Curtis. Intervino en una requisa de armas a Fisteos y en otra de dinamita en la estación de tren de Teixeiro y, temiendo las represalias franquistas, se lanzó al maquis. Durante la guerra estuvo enfermo de difteria y la pasó convaleciente y escondido en diversos lugares de la zona. Durante ese tiempo fue llamado a filas y declarado prófugo. Ya recuperado y aún no buscado activamente por la Guardia Civil, se puso al frente, en 1941, de una partida guerrillera que actuaba sobre todo en la zona de Sobrado dos Moncho y Arzua, formada mayoritariamente por prisioneros republicanos fugitivos de los batallones de castigo disciplinario que existían en aquella época en Galicia. Pronto adquirió fama de tener un olfato especial para evitar las emboscadas, que se supone precedía de las actividades de «espionaje» de su hermana Consuelo, que trabajaba en el cuartel de la Guardia Civil. En 1943 pasó al grupo de Lisardo Freijo (Tenente Freixo) de Lugo, que operaba principalmente en la zona de Curtis y Ordes. Herido fortuitamente por su propia arma, en marzo de 1943, fue trasladado por los compañeros en A Coruña, donde fue operado bajo nombre falso de Juan Fernández en el sanatorio de San Nicolás, restando seis meses convaleciente. En 1945 se le atribuye la muerte del cabo de la Guardia Civil Manuel Bello en Curtis. En 1947 volvió al maquis, aunque su actividad comienza a disminuir, ya que muchos de sus compañeros mueren en emboscadas y enfrentamientos armados. En abril de este año se traslada a Pontevedra como jefe de la Quinta Agrupación Guerrillera. En octubre de 1949 huyó a una emboscada de la Guardia Civil preparada a Riqueche, jefe del destacamento de Cortizas. Entre los años 1950 y 1951, ya muy reducidos los pelotones guerrilleros, se traslada a la zona de Betanzos, en compañía de Manuel Villar Arnoso (Manolito), que le servía de único enlace. El 9 de marzo de 1952 es detenido y herido en una pierna a Costa (Oza de los Ríos), resultando muerto Manolito y otro guerrillero, además del guardia civil Cesáreo Díez. Terriblemente torturado por la Guardia Civil, confesó la ayuda que numerosos alcaldes de la zona le habían prestado. Fue juzgado en Consejo de Guerra a la Agrupación de Sanidad Militar de A Coruña el 26 de julio de 1952 y condenado a muerte. Benigno Andrade García fue ejecutado mediante garrote vil a las 7 de la mañana del 7 de agosto de 1952 en la prisión provincial de A Coruña (Galicia) y enterrado en una fosa común del cementerio de San Amaro. La vida de Benigno Andrade está oscurecida por la leyenda forjada por el pueblo - entre 1936 y 1952 se le incoaron veinte procesamientos -, que le atribuyó toda clase de actos, hasta el punto que los guerrilleros gallegos fueron llamados Os Foucellas en general. Se le atribuyeron un montón de actuaciones, aunque muchos bandoleros y delincuentes comunes culpaban Foucellas de sus propios crímenes, dada la gran fama de éste.

lunes, 20 de agosto de 2012

La vida de Lucio Urtubia


Lucio Urtubia habla con más emoción del médico francés que arriesgó su patrimonio por ayudar a los anarquistas que falsificaban documentos que de su encuentro con Ernesto Che Guevara. Lo conoció en París cuando ya era ministro de Hacienda del Gobierno de Cuba creado tras la revolución y le pareció un pelín desencantado: 'Ya empezaba a estar decepcionado'. Urtubia le propuso una falsificación de dólares a gran escala, arropada por la maquinaria oficial cubana. La respuesta de El Che, a los pocos días, fue negativa. 'Creo que se equivocó ahí', opinaba ayer.
La vida de Lucio Urtubia, nacido el 18 de febrero de 1931 en Cascante (Navarra), está repleta de encuentros históricos, acciones arriesgadas y una entrega entusiasta a la causa libertaria desde que un catalán le abrió los ojos en París. Los periodistas franceses le describen como 'un bandido bueno' o 'Robin Hood contemporáneo'. El director teatral Albert Boadella, que se refugió en la casa de Urtubia después de la persecución desatada trasLa Torna, le define como 'un Quijote que no luchó contra molinos de viento, sino contra gigantes de verdad'.
Lucio Urtubia, hijo de un navarro que entró en la cárcel carlista y salió abrazado al socialismo, le perdió el respeto al sistema con pocos años, cuando la tendera le abochornaba públicamente negándole el pan porque la familia, paupérrima, adeudaba algo. 'No tuve que hacer gran esfuerzo por perder el respeto a lo establecido, a la propiedad, a la patria, la iglesia y el Estado', rememoraba ayer.
Su primera operación de alcance, después de algunos pinitos como contrabandista en la frontera hispano-francesa y algunas incursiones en la cárcel, fue en el cuartel militar de Logroño, donde comenzó a desvalijar el almacén con la ayuda de otros soldados hasta que sus superiores los descubrieron. Por entonces Urtubia robaba para sobrevivir, sin mayores zarandajas ideológicas. Desertó y huyó en 1954 en Francia, donde comenzó a trabajar de albañil, un oficio en el que ha seguido toda la vida. A pesar de sus andanzas, tan pintorescas que serán llevadas al cine ('espero que me interprete algún vasco bruto', bromea), se define como un obrero: 'Defiendo el trabajo, lo que puede dar motivos para ser revolucionario'. Y añade: 'Si el paro y la marginación crearan revolucionarios, los gobiernos acabarían con el paro y la marginación'.
En las Juventudes Libertarias, a las que acudió para aprender francés y un oficio, descubrió el anarquismo y gentes como Albert Camus o Andre Breton. La primera vez que sus amigos anarquistas le pidieron que acogiera a alguien en su casa se encontró con el famoso Quico Sabaté. Vivieron juntos durante años. Lucio Urtubia comenzó entonces sus primeros atracos para ayudar al movimiento anarquista, que él llama 'expropiaciones'. Con el tiempo iría sumando nuevas habilidades: se convirtió en un experto falsificador de documentos y de dinero.
Su gran golpe, la falsificación de cheques de viaje del First National City Bank por valor de unos 2.000 millones de pesetas, fue desbaratada por un soplo, pero Lucio Urtubia se cree un hombre de suerte: el asunto concluyó con un acuerdo extrajudicial en 1984. Los anarquistas devolvieron el material fabricado y el banco, afectado en la bolsa por la falsificación, renunció a pedir daños y perjuicios al libertario.
El documental – Lucio

viernes, 17 de agosto de 2012

Tolouse, un paseo por la capital del exilio español


Tolouse fue uno de los epicentros de la oposición contra el franquismo. Allí el anarquismo hispano arraigó. Y durante mucho tiempo el Movimiento Libertario tuvo su bastión fuerte en esta ciudad occitana.
Toulouse es una de esas ciudades del sur de Francia que disfrutas en cada uno de sus rincones. Conocida como la Ciudad Rosa debido a la gran cantidad de edificios que alberga de ladrillo visto, hacen de Toulouse una ciudad que no es monumental ni especialmente bonita (desde un punto de vista exclusivamente turístico) aunque es agradable y habitable. Calles estrechas e irregulares en su casco histórico nos muestra un Toulouse medieval, centro de toda una zona donde los cátaros o albigenses protagonizaron junto al papado uno de los acontecimientos de guerras de religión más famoso de la historia (la ciudad de Albi está a algo más de 70 kilometros de la ciudad tolosiana). Una ciudad , capital de una zona, donde se hablan dos idiomas en su población: el francés y el occitano (los carteles de la ciudad están en ambos idiomas. Al igual que el metro que te avisa de las paradas en los dos idiomas).
Pero la importancia de Toulouse radica también en otros aspectos de su historia. Una ciudad epicentro de la lucha contra el invasor nazi. A pesar de estar en la denominada Francia Libre, no podemos olvidar que la colaboración que el Petain hizo con Hitler fue más que evidente. Y que por la zona camparon a sus anchas los soldados de Hitler también. Ello motivó una fuerte resistencia del pueblo de Toulouse. La gran cantidad de población judía que albergaba la ciudad le hizo el blanco de las operaciones de exterminio de los nazis. Pero a cada paso que andas por Toulouse (como en casi todas las ciudades francesas) se recuerda la epopeya de un pueblo y de unos resistentes que hicieron frente al invasor. Placas y calles así lo recuerdan aun en la Ciudad Rosa. Así como un pequeño y didáctico Museo de la Resistencia y la Deportación, creado para mostrar a los alumnos de los distintos institutos de la zona lo que significó el nazismo. No perder la memoria es fundamental.
Y en esa resistencia contra los nazis y contra los colaboracionistas franceses, los españoles tuvieron un papel fundamental. Y es que en Toulouse hay una parte importante de la historia de España. De la España desterrada. De la España del exilio. De la España que combatió por la libertad. De la España antifascista. Toulouse fue con diferencia la capital del exilio antifascista español. Fue la ciudad que albergó el mayor número de españoles exiliados por delante de otras como Montpellier, Perpiñán, París o Burdeos. La diáspora española, que se extendió por todo el mundo, hizo de Toulouse la capital del exilio español. Y los habitantes y la ciudad han sabido reconocer la contribución de sangre y la entrega abnegada que los exiliados españoles hicieron. Fue un exilio mayoritariamente anarquista y socialista, si bien hubo un puñado de comunistas. Y no hay que olvidar que el gobierno republicano en el exilio ubicó su sede durante un tiempo en la Ciudad Rosa.
A la misma altura que las grandezas de la lucha heroíca del pueblo francés contra la invasión nazi está la participación de los españoles en Toulouse. Porque los anarquistas, los socialistas, los comunistas y los republicanos que se exiliaron allí participaron de esa resistencia. Uno de los destacados resistentes de aquellas jornadas de lucha contra los nazis y colaboracionistas fue Francisco Ponzán. Anarquista aragonés y maestro de profesión, Ponzán participó en el Consejo de Aragón durante la Guerra Civil. Tras la derrota se exilió a Francia y se instaló en Toulouse, donde continuó con la resistencia al fascismo. Allí dirigió una red de evasión de los campos de concentración y contra la deportación. Una vida apasionante la de Francisco Ponzán Vidal que Antonio Téllez nos plasmó en su obra La Red de Evasión del Grupo Ponzán. Anarquistas en la guerra secreta contra el franquismo y el nazismo (1936-1944). Ponzán fue detenido y encarcelado en la prisión de Saint-Michel. El día antes de la liberación fue entregado por los colaboracionistas a los nazis que lo fusilaron y lo quemaron junto con otros cincuenta y tres antifascistas en el bosque de Buzet. Francia reconoció la labor de Ponzán, así como Gran Bretaña y Estados Unidos. El Ayuntamiento de Toulouse dedicó una avenida a aquel que había salvado a unas 3000 personas de una muerte segura en los campos de exterminio de los nazis. En España todavía no se ha reconocido la valía de Francisco Ponzán y, como muchos otros, los documentos aun lo tratan como un bandido o lo condenan al ostracismo.
Pero esa victoria sobre el nazismo permitió que Toulouse fuese uno de los epicentros de la oposición contra el franquismo. Allí el anarquismo hispano arraigó. Y durante mucho tiempo el Movimiento Libertario tuvo su bastión fuerte en esta ciudad occitana. Así, muy cerca de la estación de trenes, en el número 4 de la Rue Belfort se instaló la sede la CNT. En un barrio cosmopolita los anarcosindicalistas tuvieron su centro de actuación, que el exilio libertario ha mantenido hasta hace apenas unos años. Allí, durante muchísimo tiempo, se editaron los periódicos del exilio confederal. El último periódico que salió de allí fue CeNiT, órgano de la Regional Exterior de la CNT cuando está volvió a recuperar su legalidad en España. Un edificio con una entrada de una antigua brasserie era la sede de la CNT y de los libertarios españoles. No fue la única sede. Antes de la Rue Belfort estuvieron instalados en la Bourse du Travail, entre la Place Saint-Sernin y la Rue Merly. Allí, en octubre de 1944 se celebró uno de los Plenos más importantes del Movimiento Libertario en el exilio
Otro centro emblemático del Movimiento Libertario español se situó en la Rue de l´Etoile. Allí, en el número 14, se fundó en 1959 el Ateneo Español. Si bien fue impulsado por los anarconsindicalistas, sus puertas se abrieron a todas las organizaciones del exilio para convertirse en un centro de debate y de oposición a la dictadura franquista. Hoy el Ateneo está desaparecido.
De entre las zonas públicas que los libertarios más utilizaron habría que destacar la Place Wilson, pues alrededor de la misma se instalaban tenderetes y puntos de propaganda donde se podía encontrar los periódico CNT o Ruta. Algo que hacían también los otros partidos y sindicatos en exilio. También en cines como "Les Nouveautés", en el Boulevard Carnot, acogió conferencias y mítines. Pero en esa línea quizá habría que destacar la importancia de la Place Dupuy, en La Halle aux Grains, donde cada 19 de julio el Movimiento Libertario recordaba el triunfo de la Revolución española y el aplastamiento de los militares rebeldes contra la República en Barcelona y en distintos lugares de España. Un acontecimiento que se extendió en el tiempo hasta no hace muchas fechas.
Destaquemos por último que en la Rue du Cimetière Saint-Cyprien número 63, está la tumba de Federica Montseny. Federica vivió en Toulouse y, a pesar de la muerte de Franco y las largas estancias que pasó en España desde 1977, no dejó de vivir allí. Y en la Ciudad Rosa falleció el 14 de enero de 1994. La actividad de Federica Montseny en Toulouse es ampliamente reconocida.
Son muchos más los lugares emblemáticos del exilio español, no solo libertario. Por ejemplo en la Place du Capitole (plaza del Ayuntamiento) se celebraron numerosas manifestaciones de exilio. Muy cerca de allí, en la Rue de Taur número 69 fue donde instaló su sede el PSOE y la UGT. Allí los socialistas albergaron un cine que hoy es la Cinemateca de Toulouse. Los catalanistas también tu vieron su hueco y en la Rive Gauche (ribera izquierda) del río Garona, en la Rue de Novars número 7, todavía se mantiene el Casal Catalá (muy cerca del Quai de l´Exil republicaine espagnol). También en la Rue Pargaminières se celebraron importantes comicios de los socialistas españoles, así como en muchos de los sitios antes citados, también lo hicieron comunistas y los republicanos. La excepción es que estos dos últimos tuvieron otros lugares donde desarrollaron más sus actividades. El exilio comunista se centró sobre todo en los países del Este europeo y en Latinoamérica, así como el epicentro de los republicanos fue México y algunas zonas de Francia.
Esos lugares, esas plazas públicas, esos centros de reunión y manifestación son parte de la historia de España. De una historia proscrita por la oficialidad. Perseguida por cuarenta años de franquismo y silenciada por casi otros tantos de democracia. Nuestra misión es recordar y recuperar la historia de lo que sucedió. Caminando por esas calles, recorriendo los lugares de ese exilio empatizas con los que entonces luchaban por un mundo mejor. Toulouse lo ha sabido reconocer. Y por ello, muy cerca de la actual Casa de España (uno de los pocos centros que quedan del exilio republicano), en la Avenue de Minimes número 85, a la entrada del Jardín de Claude Nougaró se encuentra una obra de Joan Jordá que se llama "Monumento al exilio español".
Sirva esto como un pequeño reconocimiento para demostrar que una parte de la historia del España esta a unos cientos de kilometros de la frontera francesa, en una hermosa ciudad que se llama Toulouse.


martes, 14 de agosto de 2012

CNT-Andalucía apoya la acción del SAT en los supermercados y se solidariza con los sindicalistas detenidos


Desde el Secretariado Permanente de la CNT de Andalucía queremos manifestar nuestro apoyo a la expropiación de alimentos que el Sindicato Andaluz de Trabajadores llevado a cabo en hipermercados de Écija y Arcos de la Frontera. Asimismo, este sindicato quiere manifestar su apoyo incondicional a los sindicalistas detenidos.
Para la CNT, el valor de esta acción ha sido triple. En primer lugar, ha roto el discurso hegemónico que trata de justificar que seamos los pobres y trabajadores los que paguemos los platos rotos de la crisis. Después de privatizar todo lo privatizable (educación, sanidad, agua, etc.), después de destruir de un plumazo los mas elementales derechos laborales, después de subir los impuestos, etc. hoy aparece en los titulares que el Banco Central Europeo tiene la receta para que el Sur de Europa salga de la crisis: bajar los salarios y recortar aún más los derechos laborales y sociales. Es decir, más de las mismas políticas que nos han llevado hasta aquí. La acción del SAT ha hecho emerger en la vida pública que los trabajadores no queremos pagar una crisis que no hemos creado, y que existen múltiples alternativas a lo que está ocurriendo. Pero esas alternativas implican apostar por una redistribución de los recursos más equitativa.
En segundo lugar, la protesta ha puesto de manifiesto la irracionalidad de un sistema económico en el que grandes compañías acumulan alimentos, incluso los destruyen, mientras a pocos metros existen cientos o miles de personas pasando necesidad. El mercado es claramente una institución incompetente para asignar nuestros recursos. Y es necesario construir alternativas basadas en el cooperativismo. Algo que los compañeros del SAT llevan años haciendo y hoy puede verse en las experiencias de Somonte y las Turquillas.
En tercer lugar, CNT celebra que frente al sindicalismo de los pactos y las subvenciones millonarias de CCOO y UGT, existan sindicatos combativos que apuesten por la desobediencia. Puede que lo que hayan hecho algunos militantes del SAT sea “ilegal”, pero esas leyes no las ha hecho el pueblo. Rajoy no consultó a los trabajadores de este país si queríamos o no Reforma Laboral. No nos preguntó si queríamos modificar la Constitución para poner el pago de la deuda por encima del derecho a la vivienda o del trabajo. La ley representa los intereses y valores de los poderosos, y un cambio social en aras de la justicia sólo será posible si se extiende la desobediencia y la solidaridad con los desobedientes.
Por eso la CNT andaluza apoya esta acción. Por eso nos solidarizamos con los detenidos. Por eso animamos a nuestras bases a movilizarse contra esta estafa que denominan crisis.
En El Puerto de Santa María, a 10 de agosto de 2012
Juan Ceballos Herrera
Sº General. CNT-Andalucía

domingo, 12 de agosto de 2012

El 12 de agosto de 1936: 76 años después de la matanza de Badajoz


El 25 de marzo de 1936 la provincia de Badajoz firmó su condena a muerte. España aún no estaba en guerra, pero el destino de esta ciudad extremeña y sus habitantes quedó escrito. Más de 60.000 jornaleros pacenses, dirigidos por la Federación Española de Trabajadores de la Tierra (FETT), ocuparon 23.500 hectáreas de tierra sin trabajar cuya propiedad se repartía entre tan sólo siete propietarios. Fue la mayor ocupación de tierras del período republicano y el pretexto para una de las mayores matanzas llevadas a cabo durante la Guerra Civil.
El 12 de agosto las tropas procedentes del norte de Áfricada comandados por el General Yagüe iniciaron el asalto de la provincia extremeña. “Sólo en la ciudad de Badajoz fueron asesinadas 3.800 personas durante la Guerra y los primeros años de dictadura”, asegura a Público el historiador Francisco Espinosa, autor de la obra La columna de la muerte. “La matanza fue un escarmiento a petición de los terratenientes y una señal al resto de las zonas republicanas”, añade el historiador Justo Villa.
Testigo directo de la masacre que durante la segunda quincena de agosto de 1936, las tropas del General Yagüe perpretaron en Badajoz es Luis Pla. A sus 87 años de edad, Luis recuerda a la perfección lo que sucedió en su ciudad cuando él apenas tenía 11 años. Su padre y su tío, Luis y Carlos, fueron asesinados por los militares meses antes de que se iniciara un juicio militar contra ellos que los declaró inocentes. “Los soldados los soltaron y les dijeron que estaban libres. Cuando se dieron la vuelta, los dispararon por la espalda”, recuerda Luis.
"La matanza fue un escarmiento a petición de los terratenientes", asegura un historiador  La historia de la familia de Luis Pla difiere de la mayoría de tragedias de la Guerra Civil. Su familia no era jornalera, ni pobre y no le faltaban contactos en las altas esferas. Había nacido en una familia acomodada en una región en que la burguesía era escasa y más bien de derechas. En 1936, los hermanos Pla Álvarez poseían negocios en Extremadura relacionados con el automóvil, la distribución de Campsa y alguna explotación agraria. Los dos militaban en el partido de Manuel Azaña, Izquierda Republicana.
Primero asesinados, después multados
La militancia republicana de los Pla no fue bien visto por el resto de terratenientes de la zona, amenazados ante las ocupaciones de tierras de los campesinos. El 19 de agosto de 1936 los dos fueron ejecutados. “Casi tres  meses después de su asesinato, se les abre un expediente calificándoles de individuos culpables de actividades marxistas y rebeldes, y acusándoles de contribuir al triunfo del Frente Popular y hasta de que tenían en su poder los rublos que financiarían la Revolución que Rusia pretendía en España”, describe Luis Pla.
La Audiencia de Cáceres cerró el caso por “inconsistencia de los cargos” y condenó a la familia Pla a pagar unas multas de 75.000 pesetas por pertenencia a partidos políticos ilegales según la Ley de responsabilidades políticas. Pero para entonces, los dos hermanos ya llevaban casi cuatro años muertos y la multa recaía sobre una ya maltrecha economía familiar. “Los negocios y bienes de la familia habían sido incautados por la nueva autoridad militar, todos los vehículos con los que comerciaba mi padre fueron saqueados por los marroquíes y su coche personal pasó a ser disfrutado personalmente por Yagüe”, rememora Luis Pla.
“Que el único delito que mi padre y mi tío y los miles de asesinados cometieron, si es que eso era delito, era haberse manifestado republicanos o socialistas o comunistas o sindicalistas. Con la diferencia de que aquellos a los que se estaba castigando tan ferozmente nunca habían declarado su apoyo y aplauso a ninguna masacre ni al terrorismo institucional como el que se estaba practicando por los sublevados como norma aberrante”, indica Pla
Repercusión internacional
La masacre de la que habla Pla fue recogida por diversos medios internacionales que, por primera vez, habían entrado a España durante el conflicto. El primero en llegar fue el periodista portugués Mario Neves, quien trabajaba para el medio luso Diario de Lisboa. Tras cinco días de conflicto, el periodista abandonó Extremadura espantado por la barbarie y juró no volver jamás. El historiador Justo Villa lo conoció muchos años después. “Siempre me contaba que lo que más le espanto y el día que decidió salir de aquí, fue una tarde que encontrándose a varios kilómetros de la ciudad vio un densa columna de humo. Se acercó y cuando llegó se encontró con 300 o 400 cadáveres ardiendo. Ese día salió 'pitando' de este país”, recuerda Justo.
Las crónicas de Neves no son las únicas que se conservan del momento. El periodista estadounidense Jay Allen escribió para el Chicago Tribune: “Esta es la historia más dolorosa que me ha tocado escribir. La escribo a las cuatro de la madrugada, enfermo de cuerpo y alma, en el hediondo patio de la Pensión Central (…). Miles fueron asesinados sanguinariamente después de la caída de la ciudad. Desde entonces de 50 a 100 personas eran ejecutadas cada día. Los moros y legionarios están saqueando. Pero lo más negro de todo: la policía internacional portuguesa está devolviendo gran número de gente y cientos de refugiados republicanos hacia una muerte certera por las descargas de las cuadrillas rebeldes”, escribe Allen.
No obstante, la declaración que mejor resume el espíritu de revancha de aquellos días y que permaneció durante los siguientes cuarenta años la consiguió el también periodista estadounidense John T. Whitaker, del New York Herald Tribune, cuando preguntó al General Yagüe sobre lo sucedido: “Por  supuesto que los matamos. ¿Qué esperaba usted? ¿Qué iba a llevar  4.000  prisioneros rojos conmigo, teniendo mi columna que avanzar contrarreloj? ¿O iba a soltarlos en la retaguardia y dejar que Badajoz fuera roja otra vez?, concluyó.

Videos La Matanza de Badajoz

http://www.youtube.com/watch?v=YppzINB7n1s

martes, 7 de agosto de 2012

La represión franquista y el movimiento libertario español


La represión franquista y el movimiento libertario español desde el fin de la Guerra Civil hasta principios de los años 50
Los años de la Revolución española (1936-1939), así como los precedentes y, sobre todo, los posteriores a la derrota del gobierno republicano, se caracterizaron por el empleo de prácticas represivas, la mayoría de las veces muy sangrientas.
Sobre este aspecto, resultan fundamentales tres consideraciones preliminares para comprender mejor los acontecimientos.
Por encima de todo, el autoritarismo (usamos este término para simplificar, evitando conscientemente titubear en el debate sobre la naturaleza del régimen1) del franquismo no fue una novedad en el panorama político español: se calcula2 que entre 1875 y 1936 la mayor parte de los años se caracterizaron por períodos en los que se suprimieron o se anularon, en parte o completamente, las libertades políticas. Volviendo al franquismo, es preciso subrayar que el estado de guerra no se abolió hasta 1948, con todas sus consecuencias, y que hasta 1946 el 43 por 100 del presupuesto nacional fue destinado a gastos inherentes a la represión3.
Si es cierto que en la zona republicana, sobre todo en los meses inmediatamente sucesivos al comienzo de las hostilidades, se cometieron actos violentos (dirigidos, sin duda, sobre todo contra exponentes de la Iglesia católica), también es cierto que estos episodios, en cualquier caso innegables y que es preciso tener en cuenta en el análisis de estos acontecimientos, fueron enormemente amplificados en su alcance por el franquismo, sobre todo cuando se incluye la fuerza del catolicismo como elemento básico y legitimador de su régimen.
A esta consideración hay que añadir un elemento posterior: como han comprobado muchos estudiosos4, la violencia, casi instintiva, ejercida por los republicanos, responde a una reacción de amplias capas de la población, y es prohibida casi inmediatamente por las autoridades, al menos en el plano formal; al contrario, la represión franquista, con su violencia sistemática, fue planificada deliberadamente.
No fue en absoluto una consecuencia “inevitable” para reconstruir España, sino que fue apreciada por el régimen como condición “necesaria”, queriendo afirmar de modo inequívoco la propia victoria, no sólo política y militar, sino también psicológica: cualquier otra posible referencia, incluso valorativa, que se diferenciase del dogma oficial tradicional debería ser extirpada de una vez por todas de la mente de los españoles, recurriendo sin ningún escrúpulo a cualquier método, incluido el más violento. El mismo Franco, despiadado con la violencia cometida durante la guerra colonial de Marruecos, más de una vez recordó cómo en aquella situación el recurso a prácticas feroces fue necesario para infundir al enemigo un temor paralizante5.
En consecuencia, durante la Guerra Civil y en el período sucesivo a las progresivas conquistas de los nacionales, la violencia representó un instrumento para erradicar el apoyo social de que gozaba la causa republicana. Fue emblemático el episodio ocurrido en Lora del Río, localidad en que la población entera estaba aterrorizada incluso antes de la llegada de las tropas nacionales, dispersándose por los campos de alrededor. A continuación, fiándose de las promesas, los habitantes volvieron al pueblo, donde 1.800 fueron asesinados por los franquistas6.
Como es sabido, la guerra ya fue extremadamente sangrienta, con alrededor de 600.000 – 800.000 muertos y un número todavía mayor de heridos; el período posterior no fue menos dramático.
Después de 1939, de igual manera que en los años precedentes, no es posible tener cifras precisas sobre la magnitud del fenómeno. Con mucha frecuencia la violencia fue tan inmediata y brutal que no se pudo llevar la cuenta de los asesinados: se aplicó la autodenominada “Justicia de Franco”, es decir, ejecuciones sumarias en masa que nunca fueron contabilizadas oficialmente. Por otra parte, los mismos familiares de los ajusticiados prefirieron no denunciar la muerte del propio pariente para evitar caer también víctimas de la represión. Por poner un ejemplo, hay que tener en cuenta que en Asturias los muertos de 1939 fueron registrados solo tras la muerte de Franco, acaecida en 19757.
Igualmente, algunos estudiosos han tratado de contabilizar el número de muertos causados por la represión franquista después de 1939, pertenecientes a todas las corrientes políticas del antifranquismo: las cifras, como era previsible, han resultado ser muy discordantes.
Si algunos testimonios, sobre todo los pertenecientes al bando franquista, tienden a minimizar, “reduciendo” a alrededor de 20.000 – 25.000 los muertos8, otros estudios, entre ellos el de Michael Richards9 y Gabriel Jackson10, mencionan cifras muy superiores, en torno a los 200.000. Entre las investigaciones más fiables, figura la de Ramón Tamames11, quien sobre la base de datos referidos al número de muertes violentas reseñadas por el Instituto Nacional de Estadística en los períodos precedente y sucesivo al comienzo de las hostilidades, ha calculado en alrededor de 105.000 el número de muertos causados por la represión posterior a 1939.
Entre ellos, los anarquistas, la corriente mayoritaria de los antifranquistas españoles, fueron una parte considerable de esta matanza, tanto que Eliseo Bayo ha calculado que al menos el 80 por 100 de los que atravesaron los Pirineos para combatir al régimen, fueron eliminados12.
Con respecto a los libertarios, en efecto, hay que subrayar que el régimen los consideró siempre como el enemigo público más temido, por toda una serie de motivos.
La primera de estas razones hay que buscarla en la fuerte implantación de las ideas libertarias en la población (en lo que respecta a la CNT, ya en 1919 podía contar con alrededor de 500.000 afiliados, número que creció después de julio de 193613), que eran difíciles de extirpar, sobre todo en las zonas urbanas industrializadas: como en todas las ideologías fascistizantes, no era tolerable la permanencia de “bolsas” adversas al régimen.
Por otro lado, es necesario subrayar la total oposición del anarquismo respecto a la concepción ideológica que caracterizaba al régimen, tendente a exaltar la “hispanidad”, esa teoría desarrollada en España en los años 20 retomando estudios de la segunda mitad del siglo XIX, que celebraba una reconstrucción ficticia de un pasado idealizado (con los valores de la pureza racial, el catolicismo colonizador y la grandeza imperial como ejes), que veía en el pueblo español al pueblo elegido por Dios para la misión civilizadora de la humanidad, que se encontraba alterada por “gérmenes disolventes” surgidos desde la época de la Ilustración. Estos “virus”, tamizados en seguida a través del pensamiento liberal, habían encontrado después el culmen del socialismo (tanto en la versión marxista como en la anarquista). En consecuencia, los hombres y mujeres que, como los anarquistas, no solo no compartían la ideología tradicional, sino que eran de hecho la más atrevida negación, con sus ideas antimilitaristas, racionalistas y de emancipación social, eran considerados como peligrosísimos “gérmenes” infectados, a eliminar drásticamente y sin contemplaciones si se quería obtener el objetivo de “depurar” al pueblo español.
Otra razón de esta aversión inexorable del régimen hacia el anarquismo fue sin duda que representó el movimiento político que más fuertemente resistió al poder franquista, incluso de forma armada, organizando atentados contra el propio Franco (entendiendo que el Generalísimo representaba el único y auténtico aglutinador del régimen, dividido como estaba entre sus varios componentes) y prolongando la guerrilla, sobre todo la de tipo “urbano”, hasta finales de los años 50 y principios de los 60, cuando fueron asesinados los últimos guerrilleros (Francisco “Quico” Sabaté14 y José Luis Facerías15 entre otros).
Por el contrario, el resto de organizaciones políticas, que nunca se propusieron como objetivo concreto eliminar a Franco, tras el fracaso de la operación guerrillera en el Valle de Arán en octubre de 1944, habían renunciado a realizar acciones de guerrilla organizada16. De hecho, para salvar a sus propios militantes, practicaron incluso el “centrismo” en las diferentes organizaciones sindicales verticales franquistas, esperando de esa forma minar el régimen desde dentro. Por otro lado, se vio favorecido por su parte el recurso a la acción diplomática internacional, en perenne espera de una intervención resolutoria de las potencias democráticas y de la ONU, que nunca llegó de la forma esperada.
Sólo partiendo de estas consideraciones podremos comprender la sanguinaria represión que el régimen desató desde 1936 en las zonas “liberadas” por los nacionales, y por todas partes a partir de 1939, rechazando toda tentativa de acuerdo preventivo y cualquier forma de indulgencia.
España se convierte en un enorme cementerio a cielo abierto y los libertarios sufren una desmedida represión, que no logró impedir iniciativas absolutamente significativas en cuanto a la propia organización, no sólo en el exilio sino también en España.
Por hablar sólo de la CNT, en el período comprendido entre 1931 y 1953 fueron 19 los Comités Nacionales clandestinos sucesivamente reconstruidos y operativos en España, todos a su vez regularmente desmantelados por el régimen: el primero de ellos se reconstituyó en la zona valenciana, en torno al campo de concentración de Albatera, con el objetivo primario de ayudar a los afiliados a evadirse y expatriarse; sólo después se ve oportuno intentar reconstruir el aparato organizativo.
Es emocionante leer, a través de los testimonios de sus componentes, las vicisitudes afrontadas en la tentativa de crear una nueva organización clandestina, entre enormes y constantes peligros: en caso de ser descubiertos, los militantes capturados, si no eran agarrotados o fusilados, eran condenados a larguísimas penas de prisión. Hay que tener en cuenta que en algunos períodos, por ejemplo el de la oleada de entusiasmo producida por los sucesos de la Segunda Guerra Mundial, los afiliados a la CNT se contaban por millares, nada de unos cuantos individuos, y pudieron editar clandestinamente varios periódicos, tanto locales como de ámbito nacional, que en algunos casos –como el del periódico CNT en el período 1945-1946- llegaron a una tirada de 12.000 ejemplares17.
En cuanto al empleo de prácticas represivas por parte del régimen, es posible subdividir el arco temporal 1939-1951 en tres períodos históricos distintos:
a) 1939-1943: el fin de la guerra y el exterminio deliberado y planificado del régimen hacia los vencidos. En los primeros meses de ocupación de un territorio, se aplicó la autodenominada “Justicia de Franco”, es decir, se procedía a depurar la zona sin que fuera necesario ningún tipo de proceso: simplemente se fusilaba sobre el terreno a los sospechosos o a grupos, para dar ejemplo a toda la comunidad. Decenas de miles de personas fueron fusiladas en esos primeros meses. Uno de los casos más escandalosos fue la “pacificación” inicial de Sevilla y de sus alrededores, que duró una semana desde la irrupción del ejército franquista y, bajo las órdenes del general Mola, fue prácticamente eliminada la población obrera: los muertos eran abandonados en las calles, impidiendo el paso normal para que todos pudieran verlos18. La represión era total, la justicia siempre sumaria, incluso cuando aparentemente era “normalizada” a través de los célebres Consejos de Guerra, una especie de tribunal en el que participaban un representante del ejército, uno de la Falange y otro del Estado franquista, y que se limitaban a leer las acusaciones y la pena impuesta al acusado, que no podía defenderse realmente; para comprender esta clase de justicia, basta citar el caso, entre muchísimos, de B. Santos Arrieta19, que fue acusado de matar al párroco que, en realidad, se había escondido. El hecho de presentarse el párroco a declarar le evitó el fusilamiento, pero no la prisión de por vida.
b) 1943-1947: los intentos por parte del régimen de “abandonar” la imagen fascista por el temor a que, como esperaban los antifranquistas, el desplome del Eje les arrastrara en su caída; en consecuencia, España buscó legitimarse como nación católica y anticomunista, y justificó en función de estos planteamientos cualquier decisión y colaboración política posterior a 1939. Entre ellas, podemos señalar: la masiva intervención de Italia y Alemania durante la Guerra Civil; la adopción de instrumentos legislativos típicamente franquistas, como el Fuero del Trabajo, calcado de la Carta del Laboró de la Italia fascista; el recrudecimiento de la discriminación contra los judíos; el uso de una simbología característica, como por ejemplo el saludo a la romana; el pacto de “no beligerancia” firmado con Hitler y Mussolini; el envío de la División Azul a combatir al lado del Eje en Rusia, etc.
En este período se constata un cierto, aunque parcial, alejamiento de la máquina represiva que en algunos momentos, al menos en los niveles anteriores, llegó casi al paroxismo, si bien no faltaron oleadas de represión total, como las que se desencadenaron tras el movimiento huelguístico de 1946-1947 y después de la ejecución del infiltrado Eliseo Melis, que había sido responsable de la detención de millares de antifranquistas, sobre todo anarquistas.
c) 1947-1951: La normalización progresiva del régimen, paralela a la evolución de la situación internacional, será siempre favorable a Franco en su faceta anticomunista, aspecto que comportará el fin de la esperanza de sus opositores sobre la posibilidad de un efectivo cambio político. Por consiguiente, se asiste a la eliminación definitiva de la disensión, al menos en sus formas orientadas a la experiencia revolucionaria. Las huelgas de la primavera de 1951 (en particular las del País Vasco y Barcelona) han sido de hecho definidas como “la última batalla de la generación que perdió la guerra”20, aunque para algunos en estas manifestaciones se puede apreciar ya una protesta social “diferente”, conducida, aparte de por personas diferentes, sobre la base de otros objetivos respecto a los de las generaciones de las luchas de 1936.
Como escribe Abel Paz:
(…) Militar en ellas [las viejas organizaciones políticas y sindicales tradicionales] suponía para las nuevas generaciones asumir la historia de su derrota y la responsabilidad de su militancia ante un Estado policiaco amenazante siempre con las duras penas de cárcel cuando no con los fusilamientos. (…) Este nuevo movimiento obrero sin historia se lanzaba a la lucha buscando su identidad. Exactamente no sabía realmente por qué se batía, sino contra qué se batía21.
Buscando en lo posible no caer en retóricas vanas, podemos concluir que recordar a aquellos millares de hombres y mujeres que pagaron con la vida la fidelidad a sus ideales, y cuyos padecimientos han sido olvidados demasiado a menudo en su verdadera esencia, en España como en otras partes, es la tarea más importante que espera a cualquier estudioso, en virtud de la cual no se debe ser indulgente ante cualquier tentativa más o menos veladamente revisionista de reescribir la Historia.
Massimiliano Ilari
Este artículo fue publicado por primera vez en Germinal. Revista de Estudios Libertarios núm.4 (octubre de 2007)

jueves, 2 de agosto de 2012

¡Email urgente de un anarquista sirio!


Del Secretariado de la AIT
A las Secciones y Amigos
Queridos compañeros,
Durante algún tiempo hemos estado manteniendo correspondencia con un anarquista sirio que ha  estado y sigue estando interesado en difundir material sobre la AIT y el anarcosindicalismo. Hemos  recibido esta carta urgente (que hemos convertido en anónima) Oslo, 27 de julio de 2012
Saludos anarcosindicalistas  en nombre del Secretariado de la AIT
Rolf Petter Larsen
Secretario General
------ Mensaje original ------
Asunto: Anarquista sirio
Fecha: jue, 26 jul 2012
De: …..
Para: IWA_AIT
Soy…, anarquista sirio. Quiero informaros sobre la difícil situación humanitaria de mi país, Siria, debido a la brutal opresión por parte del régimen contra las masas en revuelta. Un grupo de jóvenes  anarquistas y anti-autoritarios sirios de Alepo-Siria me han contactado pidiendo ayuda urgente… su comunidad tiene necesidad urgente de todo: medicinas, tiendas, leche para los niños, etc.: casi de todo.
Esperamos que podáis ayudarles a aliviar el sufrimiento de los sirios en estos días difíciles.
Sobre la situación actual en Siria, ésta se deteriora rápidamente… Tras la muerte de varios altos generales del régimen (ministro de defensa y su diputado, que es a la vez cuñado del propio  presidente) a manos de una fuerza desconocida, incluso el ejército libre sitio pide responsabilidades por el ataque; los grupos armados de la oposición atacaron las dos ciudades principales, que anteriormente se habían resistido a unirse a la revolución: Damasco y Alepo. Comenzó una fiera batalla; tras algunas victorias tempranas de las fuerzas de la oposición, el ejército de Assad reunió a las fuerzas que le quedaban y comenzó un contra-ataque usando sus fuerzas convencionales disponibles, incluyendo aviones de caza, además de los cañones y tanques que lleva usando desde hace meses… Muchos civiles tuvieron que escapar en condiciones desastrosas, cientos masacrados… De hecho, la revolución siria se ve ahora atrapada en una lucha armada abierta… las manifestaciones pacíficas han perdido ahora su significado y casi nadie se molesta en mencionarlas o piensa que puedan tener un impacto real en el resultado de la lucha. Lo que comenzó como una revolución espontánea de las masas se ha convertido en una lucha armada entre el ejército del régimen y sus oponentes armados.
Esto ha ocurrido debido principalmente a la brutal opresión del régimen que usa su ejército, sus tanques y rifles contra los barrios civiles, pero también debido a la intervención de tiranías como las monarquías saudí y qatarí.
Debido a la posición estratégica de Siria, la revolución está atrapada en medio de la rivalidad Irán-Arabia Saudí por el dominio de la región, e incluso entre Rusia y los EEUU, cada uno de los cuales apoya a una facción, pero solamente en razón de sus propios intereses: no podemos creer que a la monarquía saudí le importe la libertad del pueblo sirio, simplemente quieren destruir a su oponente: el régimen opresivo islamista de Irán. Arabia Saudí y Qatar hicieron todo cuanto estuvo en sus manos para desviar la revolución siria hacia una lucha sectaria entre las sectas Suní y Chiita del Islam; cínicamente, el régimen sirio hizo lo mismo. Hace muy poco, un influyente periodista saudí describió la primavera árabe (este término se usa para describir la secuencia de revoluciones árabes) como la primavera suní que amenazaba al Chiita Irán. El otro campo de batalla entre regímenes opresores está usando también el sectarismo en su beneficio. 
El régimen sirio está tratando de hacer otro tanto promocionándose como el “protector de las minorías religiosas” de Siria. Por nuestra parte, lo vemos de forma bien distinta, vimos como ocurrió y como comenzó, una revolución espontánea de las masas contra las dictaduras y sus políticas y “reformas” neo-liberales en un momento difícil para las masas. Contamos con las masas, con los oprimidos de toda religión, secta o etnia para que se unan contra sus opresores independientemente de sus religiones. Contamos con organizaciones como nuestros compañeros de Alepo y otras iniciativas llevadas a cabo por jóvenes estudiantes y algunos trabajadores… Es una lucha difícil que podría terminar en una guerra civil sectaria, y no existen garantías excepto la determinación de las masas (y la nuestra) de continuar con la lucha por una libertad y justicia reales, por la libre auto-organización de los oprimidos. De hecho, existen grandes divisiones ahora en la izquierda árabe y siria: los estalinistas apoyaron al régimen a título de régimen “anti-imperialista”; como de costumbre, pueden pasar por alto la naturaleza opresiva del régimen, es tan natural para ellos… Existen partidos “comunistas” sirios que apoyan completamente al régimen de forma vergonzosa. Otros importantes partidos estalinistas de los países árabes también apoyan al régimen. Por otro lado, los trotskistas han permanecido en contra de tales regímenes pero ven a los islamistas como posibles “aliados” en tales luchas, negando la naturaleza reaccionaria, autoritaria y capitalista, incluso neo-liberal del proyecto islamista. Esto es así en Egipto donde los trotskistas tienen una fuerte organización: los socialistas revolucionarios.
Otra cosa, hermanos, vuelvo a siria este mes de agosto para unirme a la lucha de nuestros compañeros y de las masas. Algunos activistas sirios organizaron una campaña bajo el lema VOLVEMOS… Se espera que el régimen nos arreste y podría torturar a algunos de nosotros, o incluso matar a algunos.
Podría ser necesaria solidaridad en ese momento. Si podéis organizar cualquier tipo de apoyo para nuestros compañeros dentro de Siria, podéis contactarme aquí hasta ese momento y antes de marcharme a Siria. Os puedo dar los detalles de contacto de nuestros compañeros dentro de Siria o  algunos compañeros de aquí a los que podéis enviar vuestras contribuciones.
Muchas gracias por vuestra solidaridad.
¡¡Por la revolución y la libertad, por la Anarquía!!

miércoles, 1 de agosto de 2012

Esto es capitalismo y somos clase trabajadora


Ya sabemos que no somos clase media. Nunca lo fuimos.
Durante años nos hicieron creer que todos éramos clase media. Es cierto que vivíamos mucho mejor que nuestros padres y no digamos que nuestros abuelos, es cierto que vivíamos instalados en cierta prosperidad (aunque jamás alcanzo a todos), pero el aumento del consumo funcionó como un cebo que hizo creer a prácticamente todo el mundo que tenían control sobre sus vidas, característica de la clase media. Casi parecía no existir la clase trabajadora. Convencer a la gente que pertenece a la deseada clase media tiene el objetivo de enmascarar sus verdaderos intereses para que así puedan apoyar políticas que, en realidad, les perjudican; al perder la conciencia del lugar social al que se pertenece se reduce o se hace desaparecer el antagonismo de clase y así, los trabajadores más acomodados, en lugar de sentirse explotados por los poderosos se sienten amenazados por los que aun son más pobres que ellos. Se trata de enmascarar en lo posible las diferencias sociales, la desigualdad, sus causas y consecuencias. Si uno no sabe dónde está mal puede entender nada.
Todo ese espejismo se ha sostenido en las últimas décadas sobre la ficción del precio de la vivienda, que hacía pensar a las familias que tener una casa, aunque fuera hipotecada, era tener un bien que subía de precio al día siguiente de comprarlo y que no dejaría de subir indefinidamente. El estallido de la burbuja estalló también esa ilusión, entre otras cosas porque la inmensa mayoría de las personas no estaban comprando un piso sino adquiriendo una deuda impagable, aunque ellos no lo supieran. La supuesta propiedad de la vivienda y sus precios inflados enmascaraban en todo caso la realidad, incluso en el momento más alto del boom las estadísticas eran persistentes: además del paro, el 60% de los salarios nunca superaron los mil euros o menos. El alto precio de la vivienda sólo beneficiaba, en realidad, a quienes, por tener otros bienes u otras viviendas, podían utilizar ésta como valor de cambio, para especular, pero no a quienes tenían que utilizarla para vivir y, peor aún, para quienes contraían deudas estratosféricas en relación con su salario real. El fin de la burbuja ha puesto de manifiesto la realidad y todos sabemos lo que ha ocurrido.
Ya sabemos que no somos clase media. Nunca lo fuimos. Pertenecen a la clase media aquellas personas que pueden mantenerse con sus propias rentas, aunque sean pequeñas; aquellas que no dependen absolutamente de un único salario para poder vivir, aquellas que en caso de quedarse sin trabajo pueden razonablemente esperar encontrar otro sin que su nivel de vida se vea alterado. Es decir, sí, pertenecen a la clase medias aquellas personas que tienen control sobre sus vidas. Todas aquellas otras personas, la inmensa mayoría, cuya única fuente de ingresos es el salario, sea este bajo, muy bajo o normal, están vendidas.
Esta crisis ha demostrado lo fácil que es que cualquiera que dependa de un salario (y no digamos ya si además tiene una deuda con el banco) se deslicen, por quedarse sin aquel o por ver recortado su sueldo, no ya hacia la clase trabajadora, de la que nunca han salido, sino directamente a la pobreza. Aunque la familia sigue siendo el gran colchón social, si una persona depende sólo de un salario que da únicamente para vivir, su vida no le pertenece enteramente ya que ésta puede ser convertida como acabamos de ver, en una condena. Pueden bajar los salarios hasta el límite de la subsistencia o más abajo, pueden acabar con cualquier protección social, pueden despedirnos y dejarnos en la miseria, pueden precarizarnos, pueden convertir la vejez o la enfermedad en un infierno, pueden aterrarnos, someternos, explotarnos, pueden hacer que trabajemos gratis o a cambio de comida…
Pueden hacer esto y hacerlo, además, de un día para otro. En eso consiste la lucha de clases, en eso ha consistido siempre y en eso estamos. En que quienes no tenemos más que nuestro trabajo para vivir podamos tener control sobre nuestras vidas, que no puedan apropiarse otros de ellas, que no seamos cuerpos biológicos cuyo único valor es el productivo. En resumen: esto se llama capitalismo, somos la clase trabajadora convertida en masa laboral y la solución es simple y compleja y se conoce hace mucho: hay que combatir el capitalismo porque es injusto, es inhumano y porque va a acabar con todo.
(*) Beatriz Gimeno es escritora y expresidenta de la FELGT (Federación Española de Lesbianas, Gays y Transexuales).