miércoles, 28 de noviembre de 2012

La Ley de la Memoria Histórica


Ley aprobada por el congreso de los diputados, el 31 de octubre de 2007
Diez puntos clave
1. Reparación moral: Reconoce y amplía los derechos de quienes "padecieron persecución o violencia por razones políticas, ideológicas o religiosas durante la Guerra Civil y la Dictadura" y para promover su "reparación moral".
2. Condena expresa: Por primera vez se condena expresamente el franquismo. Para ello, se asume un acuerdo que adoptó el Congreso en 2002 y otro europeo de 2006.
3. Derogación de leyes: Se derogan el Bando de la Guerra Civil de 28 de julio de 1936 y otras leyes de la Dictadura usadas para dictar condenas.
4. Condenas injustas: Se declara la ilegitimidad de los tribunales de la Guerra Civil que se crearon para imponer condenas por motivos políticos, ideológicos o religiosos. Se reconoce el carácter injusto de esas condenas.
5. Derecho a reclamar: Se reconoce el derecho a obtener una "declaración de reparación y reconocimiento personal" a los afectados. Se podrán llevar a cabo reclamaciones judiciales.
6. Más prestaciones: Se mejoran las prestaciones reconocidas en 1979 a los familiares de los fallecidos durante la Guerra Civil y se amplía el colectivo de personas con derecho a ser indemnizado por sufrir prisión en el franquismo.
7. Búsqueda de fosas: Se autoriza la "ocupación temporal de terrenos" para que las Administraciones públicas se impliquen en la localización e identificación de las personas enterradas en fosas comunes.
8. Retirada de símbolos: La Administración adoptará medidas para la retirada de escudos, insignias, placas y otros símbolos de exaltación del golpe de Franco, la Guerra o la Dictadura.
9. El Valle, de todos: El Valle de los Caídos no podrá usarse para exaltar la Guerra Civil o la Dictadura. Servirá para honrar la memoria de todos los fallecidos y para estudiar ese periodo histórico, los valores constitucionales, la paz y la memoria democrática.
10. Información libre: Derecho de acceso a los documentos de los archivos públicos y a obtener copia de los mismos.

Leyes anteriores
En 1969 Francisco Franco dictó el Decreto-Ley 10/1969, por el que prescribían todos los delitos cometidos antes de 1 de abril de 1939,4(es decir, el final de la Guerra Civil). Dicho Decreto-Ley fue dictado a los treinta años de acabada la Guerra Civil.
Con la llegada de la democracia se fueron promulgando una serie de decretos y leyes específicas para tratar de compensar las penalidades y sufrimientos de aquellos que padecieron los avatares de la guerra en el bando republicano o prisión en la época franquista. Algunas de ellas fueron:
Decreto 670/1976, de 5 de marzo, por el que se regulan pensiones a favor de los españoles que, habiendo sufrido mutilación a causa de la pasada contienda, no puedan integrarse en el cuerpo de caballeros mutilados de guerra por la patria.
Ley 5/1979, de 18 de septiembre, sobre reconocimiento de pensiones, asistencia médico-farmacéutica y asistencia social a favor de las viudas, hijos y demás familiares de los españoles fallecidos como consecuencia o con ocasión de la pasada guerra civil.
Ley 35/1980, de 26 de junio, sobre pensiones a los mutilados excombatientes de la zona republicana.
Ley 6/1982, de 29 de marzo, de pensiones a los mutilados civiles de guerra.
Ley 37/1984, de 22 de octubre, de reconocimiento de derechos y servicios prestados a quienes durante la Guerra Civil formaron parte de las fuerzas armadas, fuerzas de orden público y cuerpo de carabineros de la República.
Disposición adicional decimoctava de la ley 4/1990, de 29 de junio, de Presupuesto Generales del Estado para 1990, que determina las indemnizaciones a favor de quienes sufrieron prisión como consecuencia de los supuestos contemplados en la ley 46/1977, de 15 de octubre, de amnistía.
Todas estas leyes, decretos y disposiciones han sido mejorados y ampliados por algunas comunidades autónomas.
El 28 de octubre de 2007, el Congreso de los Diputados aprobó la Ley por la que se reconocen y amplían derechos y se establecen medidas a favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la Guerra Civil y la dictadura, comúnmente conocida como "Ley para la Memoria Histórica". El día 10 de diciembre, fue aprobada en el Senado.



lunes, 19 de noviembre de 2012

José Buenaventura Durruti


Ya en 1931, una pluma nada sospechosa de simpatía hacia el anarquismo, Ilya Ehremburg, escribía sobre él: «Era un obrero metalúrgico que había luchado en las barricadas. Luego, asaltado bancos, arrojado bombas y secuestrado jueces. Antes había sido condenado a muerte tres veces: en España, en Chile, en Argentina. Ha pasado por innumerables cárceles y ha sido expulsado de ocho países. Ningún escritor se propondría narrar la historia de su vida: ésta se parece demasiado a una novela de aventuras».
Nació en León en 1896, su padre le llevó siendo todavía muy joven a trabajar de aprendíz de mecánico con Melchor Mártinez, un socialista destacado de su ciudad natal que aseguró a su padre que haría de él un buen mecánico, “pero también un buen socialista”. En 1912, Durruti ingresó en la UGT, pero no tardaría en sentirse incómodo ante la moderación de la socialdemocracia. Después de abandonar el taller, trabajó como montador de lavaderos de carbón y pronto se vió envuelto en la lucha de unos mineros que pugnaban por expulsar a un ingeniero antiobrero. Entre todos lograron echarlo. Durante la huelga general de 1917, Durruti desplegó una intensa actividad, contribuyendo a la quema de locomotoras y al levantamiento del tendido de las vías de los trenes lo que conllevó el despido de la empresa, así como a ser buscado por la guardia civil que lo tenía fichado. También fué expulsado de la UGT, por su radicalismo.
Después de ingresar de la CNT, Durruti huyó a Francia, para volver a efectuar diferentes misiones de agitación hasta que fué detenido por la guardia civil y trasladado a San Sebastián, sometido a un Consejo de Guerra y encarcelado, pero logró evadirse. En 1920 se encuentra en Barcelona. Por aquella época organiza el grupo llamado «los justicieros», cuyo terreno de acción se repartía entre Aragón y Guipúzcoa. Una de las misiones que se plantearon fue la ejecución de Alfonso XIII que debía de asistir a la inauguración del Gran Kursaal de San Sebastián, pero el intento fracasó por una denuncia. En 1921 pasa por Andalucía trabajando en una campaña de propaganda anarquista. El 9 de marzo, un día después del asesinato de 
Eduardo Dato, fué detenido en Madrid, pero logró engañar a la policía y escapar a Barcelona; se ignora su grado de participación en el atentado.

Con el mismo grupo que se llamará también «Crisol» organiza una respuesta a la violencia gangsteril de la patronal catalana. En esta pequeña guerra civil de clases, el grupo se cohesiona con militantes que serán futuros cuadros cenetistas: Francisco Ascaso, Juan García Oliver, Miguel García Vivancos, Ricardo Sanz, etc. El acto más célebre perpetrado por el grupo será el atentado contra el reaccionario Cardenal-arzobispo de Zaragoza, Juan Soldevila, que según Pío Baroja:
«conferenciaba en Reus con los jefes de la patronal de Barcelona y les daba consejos para atacar a la organización sindicalista obrera». Otro acto espectacular fué el atraco a mano armada del Banco de España de Gijón, Durruti logró huír y días más tarde liberar a su compañero Ascaso que se encontraba en prisión. Con éste se marcha a Francia, donde ambos organizaron con otros anarquistas «La Editorial Anarquista Internacional».
Poco antes de concluír 1924, los dos embarcaron hacia Latinoamérica. Sus actividades revolucionarias les llevaron a Cuba, donde ejecutaron a un patrón particularmente odiado, luego a México, Uruguay, Chile, Perú, Argentina. En una ocasión, necesitados de seis millones de pesetas para conseguir la libertad de 126 anarquistas, inician una serie de asaltos a casas bancarias que comienza en España, con el Banco de Cataluña, siguen en México y luego por los países del Pacífico, asientan sus bases en Chile, donde obtuvieron un buen botín, llegan a la Argentina, donde asaltan el Banco de San Martin, cruzan el Río de la Plata, llegan a Montevideo donde realizan otros asaltos con éxito.En sus actuaciones siempre había un trasfondo idealista y antiburgués, su violencia nunca fué gratuíta.
De regreso a Europa, al poco tiempo se encontraban en París donde conoció a Majno, que le causó una honda impresión. De nuevo trató inútilmente de asesinar a Alfonso XIII. Fueron detenidos por la policía francesa y una multitud de gobiernos, empezando naturalmente por el de Primo de Rivera, exigieron su extradición. No obstante, una importante campaña de solidaridad lo impidió, y en 1927 consiguió un indulto. Durruti por entonces tenía una compañera, Emilienne Morin, que no le abandonará nunca y con la que tendrá una hija.
Durruti se afilió a la FAI y se convirtió en su militante de base —siempre rechazó los cargos—. En los primeros años de la II República, fué uno de los inspiradores de la línea llamada de la «gimnasia revolucionaria» que lo llevaron a actuar en diversas insurrecciones locales en Cataluña hasta que fué detenido por los acontecimientos revolucionarios del Alto Llobregat y deportado a la Guinea llamada española, pero no fueron aceptados por el gobernador y se quedaron en Fuerteventura (Canarias). Fué liberado inmediatamente, y se dedicó a preparar una insurrección para principios de 1933, cuyo acto más conocido sería el de Casas Viejas. El fracaso hizo mella en su ánimo, consideró que «las condiciones no estaban maduras, aunque también es cierto que estamos atravesando un período revolucionario y no podemos permitir a la burguesía que domine la situación haciéndose fuerte desde el Estado». Su finalidad no era una revolución encabezada «por una minoría que después impondrá su dictadura al pueblo», y veía «el sistema capitalista y estatal, herido de muerte tras el levantamiento de los mineros del Alto Llobregat».
Continúa sus actividades hasta que es nuevamente detenido cuando formaba parte del Comité Nacional Revolucionario que preparaba un alzamiento -ajeno a la Huelga General que preparó la Alianza Obrera-, contra el gobierno radical-cedista. Liberado en víspera de las jornadas de julio de 1936 aboga por la unidad revolucionaria contra el fascismo. Durante estas jornadas, Durruti fué uno de los que animarpn la ocupación del cuartel de Atarazanas, y también uno de los del "petit comité" que se negó a asumir las responsabilidades de un poder revolucionario y apoyó la entrega de las riendas del gobierno catalán a Companys, contra el que había luchado en tantas ocasiones.
Forma parte del Comité Central de las Milicias Antifascistas y crea la legendaria «Columna Durruti» al frente de la cual asume tareas militares marchando hacia el Frente de Aragón, y más tarde, al de Madrid. Allí se distingue por su arrojo hasta que muere en condiciones dudosas. Su muerte es uno de los grandes enigmas de la guerra civil. Las hipótesis van desde el torpe accidente hasta un atentado estalinista, pasando por una traición dentro de sus propias filas, o una bala perdida de los fascistas. En este cuadro se inserta una polémica sobre la naturaleza de sus posiciones políticas. Para unos, Durruti se había plegado a las posiciones de la dirección de la CNT-FAI y había proclamado que había que renunciar a todo —la revolución menos a la a victoria —militar—; mientras que para otros, que se apoyan en sus declaraciones al periodista Van Passen del Star, de Toronto. En estas, Durruti sigue fiel a sus posiciones habituales, se pronuncia radicalmente desconfiado de la ayuda exterior —potencias democráticas, URSS— y del propio gobierno republicano «que podría necesitar estas fuerzas rebeldes para aplastar el movimiento de los trabajadores». Preconiza la revolución y afirma: 
«…Somos nosotros los que hemos construido estos palacios y estas ciudades aquí en España y en América y en todas partes. Nosotros, los trabajadores, podemos construir otras en su lugar y mejores. No nos asustan las ruínas. Vamos a heredar la tierra, no nos cabe la menor duda. Que la burguesía haga trizas y arruíne su propio mundo antes de abandonar la escena de la Historia. Nosotros llevamos un mundo en nuestros corazones. Ese mundo está creciendo en estos instantes». 
Su entierro, celebrado en Barcelona, reunió a una impresionante multitud, se dice que es el entierro mas multitudinario que se ha visto en la ciudad condal, calculándose que acudiero más de millón y medio de personas. Su leyenda de gigante ha ido creciendo como una bola de nieve.
-Entre sus biografías, la más conocida es la de Abel Paz quién también será coautor del guión de la vibrante película documentalDurruti en la revolución española (Paco Ríos, 1998). 
-Otro film documental, Buenaventura Durruti, anarquista, fue dirigido por Jean Louis Comolli, y contó con la colaboración de Albert Boadella y Els Joglars.
-Durruti también será evocado en Libertarias (1996), de Vicente Aranda.
-También destaca el "collage" escrito por el ensayista germano Hans Magnus Enzensberger, El corto verano de la anarquía (Anagrama, Barcelona, 1998), sobre la que Pasolini escribiría que «Enzensberger ha dado una extraordinaria lección a los historiadores profesionales: ha inaugurado, 
nada menos, un método nuevo, ¡Vaya con el collage! La Historia sólo puede ser entendida si es interrogada desinteresadamente». 
-Joan Llarch escribió La muerte de Durruti (Plaza&Janés, 1979).
-Edmundo Marculata efectuó una edición propia de su inquisitiva Las seis muertes de 
Durruti 
(Barcelona, 1984).
-También Miquel Amorós le dedica un estudio historiográfico, centrado en las encrucijadas en las que Durruti, y en definitiva todos los libertarios, se vieron envueltos durante la Guerra Civil en Durruti en el laberinto(Muturreko burutazioak,2006).
-La novela policíaca "El hombre que mató a Durruti", de Pedro Paz, es también muy recomendable.

http://afilandonuestrasvidas.blogspot.com.es/2011/11/buenaventura-durruti.html

¡Siempre presente!


viernes, 16 de noviembre de 2012

Descarga gratuita del libro “Anarquismo básico”



La FAL pone, de manera gratuita, a disposición de internautas, activistas sociales y lectores en general, el libro “Anarquismo básico”. Para descargar el PDF del libro, pichar aquí:http://fal.cnt.es/sites/all/documentos/A_Basico.pdf
Prólogo de la edición de 2010:
La Fundación de estudios libertarios Anselmo Lorenzo es un órgano de la CNT, dedicado al ámbito cultural. Sus motivaciones principales se centran en:
-Ser el archivo histórico de la CNT y centro de documentación libertario, contando, además, con una importante biblioteca, fondos audiovisuales, prensa histórica, etc.
-La difusión cultural libertaria, atendiendo a la edición y distribución de libros, montaje de exposiciones, participación en conferencias y otros encuentros, etc.
Desde esta segunda faceta se publican diversas obras sobre la historia, el estudio y la actualidad del anarquismo y las ideas libertarias.
Aquí surge la reedición de este “Anarquismo básico” que revisa, actualiza y amplia los contenidos de la anterior obra, cuya primera edición fue publicada hace ya doce años. Se presenta en estas líneas un texto que ha de ser tomado como punto de partida en el conocimiento de las ideas anarquistas, un acercamiento a éstas, nunca como un compendio definitivo.
http://fal.cnt.es/?q=node/35173

domingo, 11 de noviembre de 2012

Un polémico episodio de la Guerra Civil «Amor Nuño no fue un asesino»


«Amor Nuño no fue un asesino», proclama la familia del cudillerense culpado de Paracuellos
Carmen Águeda García, sobrina de la mujer del anarquista asturiano, asegura que «salvó a muchos que luego declararon a su favor, por lo que estuvo a punto de ser indultado» 
Oviedo, L. Á. VEGA
«Amor Nuño no fue un asesino, fue una persona idealista y honrada, que durante la Guerra Civil no se aprovechó de su puesto para obtener ventajas para él y su familia», asegura Carmen Águeda García, sobrina y ahijada de la mujer del anarquista cudillerense, al que el escritor y periodista Jorge Martínez Reverte atribuye un papel esencial en la matanza de Paracuellos, perpetrada en noviembre y diciembre de 1936.
Águeda afirma que investigadores como Jesús Salgado, de la Universidad de Santiago, han demostrado que Nuño no pudo intervenir en la decisión de las sacas de presos. «Salvó a muchos durante la guerra. Los escondía en el número 41 de la calle O'Donnell de Madrid. Después de la guerra declararon a su favor y estuvo a punto de ser indultado, pero al final se lo cargaron el 17 de julio de 1940», explica esta mujer, que vive a caballo entre la localidad abulense de Cebreros y Madrid, junto a su madre, que tenía 11 años cuando el anarquista cudillerense fue ejecutado.
La visión que tiene la familia de Amor Nuño del papel del asturiano en la guerra difiere diametralmente del retrato que hacen de él Martínez Reverte en «La defensa de Madrid» o Paul Preston en «El holocausto español», donde se le muestra como un partidario a ultranza de los «paseos» o ejecuciones extrajudiciales. «No era partidario de esas prácticas. En cuanto se enteraba de que iba a haber uno, acudía rápidamente para evitarlo. Un cura al que salvó, a él no lo pudo salvar luego», sostiene Águeda.
Y también resaltan la entereza y el «increíble valor» con que encaró la muerte. «Escribió varias cartas, cuyos originales están ahora en Cudillero, llenas de dulzura y amor por su mujer, María Asunción Maestre, y en las que se muestra consciente del fin que le espera», asegura la familiar del anarquista.
Asunción Maestre murió con 59 años. Ella y Amor Nuño nunca tuvieron hijos. Cuando lo fusilaron, la mujer del anarquista y su madre, Carolina Pérez, «Carola», reclamaron el cuerpo. «Está enterrado en el cementerio de la Almudena, en una tumba individual, no en una fosa común», añade Águeda.
Carolina Pérez vivió en Brasil y cuando llegó la democracia regresó a España, donde residió en Cudillero junto a una hermana, hasta que murió, casi centenaria a principios de los años noventa. Carmen Águeda recuerda cómo al filo de 1980 acudió con la madre de Nuño -«una mujer luchadora, muy activa», según señala- a los archivos para reclamar una pensión. «Nos dejaron en una habitación llena de expedientes para que lo encontrásemos. Tuvimos suerte y no tardamos mucho. Los muy sinvergüenzas indicaban en el expediente que estaba prófugo, cuando lo habían fusilado cuarenta años atrás», relata.
La madre de esta mujer mantiene muy nítida la imagen de Amor Nuño, aunque era apenas una niña cuando le mataron. «Vivieron mucho tiempo juntos en la calle O'Donnell de Madrid, y me dice que era una persona muy honrada, que no se traía nada para casa, ni siquiera se apropió de una galleta», asegura.
Martínez Reverte sacó a la luz un documento fechado el 8 de noviembre de 1936, un acta de la ejecutiva de la CNT, en la que Amor Nuño daba cuenta del acuerdo alcanzado el día anterior con la «cúpula de JSU» en la Junta de Defensa de Madrid, esto es, el gijonés Santiago Carrillo, consejero de Orden Público, y su segundo, José Cazorla, por el que se dividía a los presos derechistas del Madrid de aquellos días, en riesgo de caer en manos de las tropas de Varela, en tres categorías: los peligrosos, a los que había que ejecutar de inmediato, «salvando las responsabilidades» de quienes lo hiciesen; los menos peligrosos, que debían ser encerrados a retaguardia, y los inocentes, a los que había que liberar para mejorar la imagen de la República.
Para el investigador Jesús Salgado, es imposible que Amor Nuño tuviese que ver con la decisión de fusilar a los presos, en primer lugar porque cuando se produjeron las primeras sacas, en la madrugada del 7 de noviembre, los anarquistas aún no formaban parte de la Junta de Defensa. El acuerdo al que alude Martínez Reverte se produjo en la tarde del 7 de noviembre, horas después de que se produjesen los primeros fusilamientos, en la mañana de esa misma jornada.
Pero es que Salgado niega que Amor Nuño estuviese en la citada reunión del Comité Nacional de la CNT. Sí aparece en el acta el nombre de Enrique García, suplente de Nuño en la Junta de Defensa, donde desempeñaba la Consejería de Industrias de Guerra. El investigador niega incluso que se hubiese producido el pacto secreto. A la hora en que supuestamente se produjo la reunión, Carrillo estaba en una entrevista con el diplomático Félix Schlayer, uno de los primeros en descubrir y divulgar las matanzas, y Amor Nuño en una reunión con Gregorio Gallego, otro libertario. Y va más allá. Sostiene que el acta de la CNT no da cuenta de un encuentro secreto, sino de la segunda reunión de la Junta de Defensa de Madrid, en la noche del 7 al 8 de noviembre, de lo cual se desprende que tanto Miaja como Carrillo participaron en la decisión de fusilar a los presos derechistas «más peligrosos».
Salgado también ha negado que Amor Nuño fuese expulsado de sus cargos de la CNT, como sostiene Reverte, y le coloca en Barcelona, detenido durante las Jornadas de Mayo en las que fueron aplastados los anarquistas.

(Respuesta del Secretariado Permanente de CNT-AIT.
"A río revuelto": Paracuellos
Escrito originalmente para El País y no publicado por su extensión).
El 5 de noviembre pasado el escritor J. Martínez Reverte escribía en el diario El País un artículo claramente tendencioso (y extracto de su libro “novelado” La Batalla de Madrid) sobre una de las pocas matanzas sistemáticas, frías y calculadas ocurridas en la zona republicana durante la Guerra Civil (semejante a las que se venían repitiendo por centenares en la zona fascista, desde el mismo día en que se inaugura la violencia con el golpe de estado del 17 de julio en el Marruecos español), que segó la vida fundamentalmente a militares sublevados que se encontraban presos en un Madrid sitiado y bombardeado salvajemente por las tropas de Franco, y en prisiones que se situaban a pocos kilómetros, casi metros, del frente de guerra.
La matanza fue muy criticada por autoridades y periódicos republicanos de la época (algo que en ningún caso ocurría en la zona controlada por los sublevados, donde las máximas autoridades dirigían, promovían y bendecían la violencia) y supuso una quiebra importante de la imagen de la República frente a la opinión pública extranjera, y un símbolo franquista insistente de los desmanes de “las hordas marxistas” desde la misma “finalización” de la guerra, recuperando la memoria de las víctimas con la exhumación de los restos, la construcción de un cementerio con una inmensa cruz para dignificarlos y la compensación económica y moral, con ceremonias públicas y prebendas de todo tipo, a los familiares.
Ciertas autoridades republicanas, y sobre todo los mandos del Partido Comunista, no tuvieron entonces ningún argumento para responsabilizar de estos hechos “nada descontrolados” a los “descontrolados” libertarios, como poco después comenzarán a hacer de manera mecánica y habitual, primeramente al Consejo de Aragón (justificando así la represión republicana hacia la CNT y el POUM), y después de finalizada la guerra a los libertarios en general señalándolos como responsables de todos los males habidos en la zona republicana.
Sin embargo, de los estudios de historiadores como Julián Casanova y José Luis Ledesma se deduce que la represión en la zona republicana fue responsabilidad de todos los partidos y organizaciones, no siendo mayor la que se llevó a cabo desde los ambientes libertarios, “mito” interesadamente generalizado para explicar la violencia en zona republicana a cargo de “descontrolados anarquistas” que no responde a criterios objetivos de investigación. Estos autores señalan que las cifras de la violencia más o menos protagonizada por los libertarios en todo Aragón es similar a la de Madrid (donde el protagonismo es del Partido Comunista y PSOE), y que la llevada a cabo en Cataluña (con protagonismo libertario) es similar a la de Albacete (con protagonismo nuevamente del Partido Comunista y PSOE) pero con mucha menor población.
En el caso de Paracuellos la evidencia clara de la implicación de agentes soviéticos, de la propia Junta de Defensa de Madrid (como refleja el libro de actas de la JDM del día 8-11-36 publicadas por Aróstegui y Martínez) y en concreto del Partido Comunista y del PSOE que la controlaban entonces (Junta en donde estaban representados TODOS los partidos y organizaciones, estando la CNT-FAI en manifiesta minoritaria) hacían inviables las acusaciones a los libertarios.
Los documentos reflejan las órdenes dadas por Serrano Poncela (a las órdenes de San-tiago Carrillo, de las Juventudes Socialistas Unificadas, entonces consejero de Orden Público de dicha Junta) a los directores de prisiones para llevar a cabo los días 7 y siguientes los traslados de presos a cargo de la Milicia de Vigilancia en la Retaguardia (en su mayoría compuesta por miembros del PCE-JSU-PSOE).
Pero ahora J. Martínez Reverte “descubre” en la fundación libertaria Anselmo Lorenzo, y gracias a la labor de uno de sus colaboradores, un documento del acta de la reunión del 8 de noviembre de 1936 del Comité Nacional de la CNT en Madrid, reproducido (que no fotocopiado) en su libro como máxima aportación original (pero que aparece sin referencia ni nº de microfilm para ser cotejado), donde “se da cuenta de los acuerdos que se han tenido con los socialistas que tienen la Consejería de Orden Público sobre lo que debe hacerse con los presos” y que por tanto la CNT estaba al corriente del acuerdo, y de ahí infiere tendenciosamente el escritor la implicación directa de la CNT en la matanza. De esta manera, con la participación de los anarquistas, la matanza se explicaría mejor...y “a río revuelto” las responsabilidades de los máximos implicados quedarían rebajadas por la entrada en escena de los violentos anarquistas.
Lo que no cuenta J. Martínez Reverte en el artículo, o minimiza interesadamente en el libro, es que en las mismas actas que reproduce se habla de cómo hubo que frenar desde la organización de la CNT-FAI el intento de asalto a la embajada de Chile, donde se refugiaban señalados fascistas, e incluso de cómo se llegó al acuerdo de proteger con milicias anarquistas las sedes de varias de ellas; tampoco señala cómo García Oliver (señalado anarquista de la FAI y ministro de Justicia) ya el día 6 de noviembre se dirige al Ministerio de la Guerra para exigir a M. Nelken (diputada por el PSOE) que terminara con los excesos, amenazando incluso con su dimisión como ministro; tampoco menciona el escritor que Melchor Rodríguez (anarquista de la FAI), propuesto por el Colegio de Abogados para dirigir las prisiones, estuviera totalmente en contra de los fusilamientos (como analiza Alfonso Domingo en su biografía), y que una vez nombrado por García Oliver en ese cargo terminó acabando con las “sacas” (no sin fuertes enfrentamientos con sectores de las cúpulas del PCE y PSOE), poniendo incluso en riesgo su propia integridad física al enfrentarse personalmente a los que acudían para llevarse a los presos, salvando in extremis a muchos de ellos... actitud que no le evitaría pasar muchos años de prisión al finalizar la guerra.
Algo parecido ocurría con los editoriales y titulares del periódico anarquista Solidaridad Obrera llamando a acabar con los fusilamientos descontrolados, o con la actitud de otro afamado anarquista, Joan Peiró (Ministro de Industria) que en la Cataluña revolucionaria denunciaba desde las circulares del Comité Nacional de la CNT los desmanes que “deshonraban la revolución”, protegiendo personalmente a numerosos eclesiásticos y derechistas... aunque ello tampoco impidiera que le terminaran fusilando al término de la guerra.
Pero ya lo decía en los años 60 el gran pensador Noam Chomsky al referirse a la Gue-rra Civil española cuando criticaba la generalizada historiografía que denominó “liberal-comunista”, llena de prejuicios, muy poco objetiva y tendenciosa que convierte en chivos expiatorios a los libertarios españoles y los responsabiliza de todos los males, sin explicar, obviar, minusvalorar o directamente manipular y falsear la historia del movi-miento libertario durante la República y la Guerra Civil, “argumentos” interesados que vinieron muy bien para buscar equidistancias con los franquistas y propiciar de esa manera una Transición de olvido y página en blanco sin “extremistas”.
Mas como afirma el gran pensador, “sólo cuando abandonen estos prejuicios podrán los historiadores llevar a cabo un estudio serio del movimiento popular que transformó la España republicana en una de las revoluciones sociales más extraordinarias que se conocen en la historia” (N. Chomsky: La objetividad y el pensamiento liberal. Los intelectuales de izquierdas frente a la guerra de Vietnam y a la Guerra Civil española” Ed.Península –2004- pag.:105) ... con todos los errores que se quiera, pero desde luego con toda la grandeza de la honestidad, la coherencia y la generosidad.



lunes, 5 de noviembre de 2012

Muere Juan Pérez Silva, el hijo de la Libertaria


El pasado miércoles 31 de Octubre “Juan el electricista”, como le conocían sus vecinos, ha hecho sus maletas. Despedimosa un amante de La Idea: un trabajador, un paladín de la justicia, uno de los nuestros, así son nuestros héroes: hombres y mujeres sencillas que hasta su último aliento defienden la libertad, el apoyo mutuo y la justicia social. Nuestr@s respetables son defensores de la persona nueva, de un futuro de justicia, igualdad, solidaridad y fraternidad.
Juan cerró su maleta en el pequeño municipio gaditano de San José del Valle, hijo de Miguel Pérez Cordón y María Silva Cruz "La Libertaria". Y nieto de Francisco Cruz Gutiérrez, Seisdedos asesinado en la matanza de Casas Viejas. Miguel, el padre de Juan, cubrió para el periódico homónimo los sucesos de Casas Viejas. De aquella matanza sobrevivió María, la cual tras pasar un tiempo presa en Cádiz , donde conoció a Miguel, regresó a su pueblo natal donde se ganaría su apodo. De la unión de Miguel y María nació Juan.Con el golpemilitar fascista Miguel huye a zona republicana y María queda con su bebé. Tanto María como Miguel murieron. El padre de Juan en Cartagena, estaba casi terminada la guerra y su madre a finales del verano de 1936 en un lugar indeterminado de La Janda. Juan quedó huérfano al cuidado de su familia.
El día de su último viaje llevaba sus 76 años buscando los restos de su madre, en una lucha incansable que tropezó con los años del franquismo, con los años de incomprensión y burocracia “democrática”, desgraciadamente ha partido y su madre sigue está desaparecida ; aunque logró inscribir su muerte en el Registro Civil, una batalla que le llenó de orgullo y mantenía más vivo su compromiso para encontrarla.
Quienes conocían a Juan lo describen como un hombre vital, pertinaz en su propósito, amable y entrañable. Recordamos su rostro marcado por los años, su nerviosismo, su interés en atender a los medios para reivindicar la figura de su madrey conseguir recuperarla y enterrarla. Le recordamos intentando mostrar su genética: sus seis dedos.
Le recordamos, como a tantas y tantos compañeros, enamorado de la justicia, reivindicando el pasado y trabajando por el futuro. Le recordamos con cariño, con respeto, con orgullo; así le debemos guardarle en nuestros corazones y continuar su lucha por reivindicar la justicia, nuestra justicia, continuar el trabajo para recuperar la memoria de l@s nuestr@s, hasta que todas las víctimas de la ignominia franquista tengan su justo homenaje,el que merecen,y la sepultura que les negaron, no las cunetas y fosas comunes. Debemos seguir luchando hasta que no quede ninguna desaparecida, hasta que tengan todos un lugar físico donde llevarles flores y rendirles respetuoso recuerdo. Esta es la lucha, este nuestro compromiso desde hace ya muchos años con la historia cotidiana, con nuestra Historia.
No podemos dejar pasar la oportunidad de recuperar a todos y cada uno de nuestros compañeros y compañeras este es nuestro compromiso con la Historia. Continuando su lucha construiremos nuestro futuro como lo hizo Juan sin descanso, hasta cerrar la maleta y partir ligeros de equipaje como todos los nuestros.
Juan ni tu esfuerzo, ni tu trabajo habrá sido estéril, la familia libertaria y memorialista tomaremos el relevo. Salud, que la tierra te sea leve, compañero.
Os sugerimos para conocer más del compañero:
Cristina Plaza Aguado