sábado, 19 de abril de 2014

JUAN SANTANA CALERO


Libertario nacido en Málaga y asesinado en Almeria abril de 1939.
Para hacer la descripción de este joven anarquista, se necesitaría ser un poeta, ya que su vida fue un poema, cuyo ritmo sólo la muerte pudo cortar.

Su niñez fue como la de todos los pobres a los que le falta el brazo protector del padre, cuando los primeros capullos de su existencia empiezan a abrirse entre los espinosos cardos de ésta sociedad, que teme la luz cómo las aves nocturnas. ¿Su madre?, mujer de rojizos ojos, como permanentes mariposas encendidas, en recuerdo del esposo desaparecido. Mujer sin perspectivas, esclava de una sombra.

Poco aprendió del padre que se evaporaba en su memoria entre las nubes del olvido; menos aun de la madre, que tapaba sus sentimientos con el manto de una moral que, como fiera mimada, afila sus garras para herir a los que pretenden elevar su velo de gasa fina y transparente, en la que se ciñe revelándolo su desfigurado y prostituido cuerpo.

Arrojado desde muy niño al circo del trabajo, sintió sobre sus frágiles espaldas los latigazos de esa casta, a la que la " civilización " cambió el nombre de " negrero " por el de  " patrón ", y de este primer contacto con la triste realidad de su vida entre los hombres, nace su espíritu de espartaquista y el deseo de ser un David ágil e inteligente, predispuesto a enfrentarse a ese Goliat, que haciendo doblar las rodillas a la humanidad, la inclina en humillante reverencia, hasta hacer besar el suelo para que no vea el rojo crepúsculo de su libertad.

Un día Santana oye a González Marín, aquel doctor en la  recitación, que supo amamantar  a los personajes nacidos en el inmaculado lecho imaginativo de los poetas. Hablando, suspirando, sufriendo con ellos como seres que buscaran refugio en su corazón y en sus labios, temerosos de que las manos despiadadas del tiempo los sepultara en la lóbrega tumba del olvido. Y aquel niño, alto de cuerpo y espíritu, ve en este arte del bálsamo que puede dulcificar un poco el dolor de los oprimidos y se entrega a él con pasión. Se emborracha de poesía haciendo una selección de aquellas que abandonan las tortuosas espirales de un romanticismo engañoso para elegir la línea directa que fustigue a los poderosos.

¡Sueña con ser el González Marín de la Libertad!

Aguilucho perdido entre las espesas selvas de la duda sin más garras que las de su voluntad, sin otras alas que las de sus dudosas inquietudes, impotente para cruzar en raudo vuelo las altas montañas pobladas de reptiles, fatigado, se posa en la pulida roca de las juventudes libertarias. Por su cerebro  de horizontes indefinidos, cruzan  Pi i Margall, Proudhom, Rousseau... que van dragando en su conciencia, limpia de prejuicios. Con ojos de observador, presencia el plateado lago que estos pensadores ofrecen a los hombre para que  purifiquen el cuerpo social de tanta inmundicia como le envuelve, y la cloaca en que se baña aquella juventud de alma burguesa, huye de ellos temeroso del contagio, buscando como naufrago, una tabla donde poder posar su conciencia para desde ella requerir auxilio a todos los seres, para que le ayuden a salvar la distancia existente desde ese mar de sumisos esclavos, que van arrastrando entre sus espumosas olas, las algas del vicio físico y moral, y la tranquila playa liberadora que abre sus finas arenas para sepultar veinte siglos de ignominias y de permanente lucha contra los fantasmas.

La tabla, la encuentra en el ateneo de Divulgación Social que los anarquistas malagueños habían abierto en la Alameda de Colón.

Sube a la tribuna y recita varias poesías, pero se apercibe que él no ha nacido para convertirse en magnetófono que exprese lo que otros han pensado; tiene ideas propias y quiere expresar sus pensamientos, que van  tomando cuerpo en su mente.

El viejo Nogales, uno de los más fervientes animadores de aquel centro cultural, ve en él una esperanza para el movimiento obrero; un misionero de la verdad anarquista y así lo manifiesta entre aquellas cabezas canas que a 33 años de distancia, aun me las represento como infatigables jóvenes saltando ágilmente sobre un rosario de rocas de dificultades para abrazar a su amada Libertad.

¡Oh dichosa juventud, la de aquellos viejos titanes cuya sombra hace envejecer a ésta famélica juventud! ¡Oh inolvidables viejos que supisteis romper la lanza de vuestra juventud para hacer  posible la juventud de nuestra vejez! ¡Oh magníficos oradores del bien, que elocuente es el silencio de vuestras humildes tumbas!

Cristal trabajado con paciencia por el diamante de una verdad indiscutible, ¡cómo resbala sobre tu superficie las babas de  la mentira estudiada! Vuestros huesos blanqueados por los años han sabido impregnarse de los perfumes de las victoriosas luchas, y también, de los fracasos de esta juventud de la que se desprende el nauseabundo olor de las cámaras mortuorias y que para encontrar la verdadera vida tendrá que buscarla en la paz imperturbable de los cementerios.

Santana ve pasar aquel desfile de arrugados rostros; estudia en sus conductas el motivo de sus vidas ejemplares; su hombría, sus luchas, y de aquel examen, nace una cuasi religiosa veneración. Por aquellas encinas que había desafiado los huracanes de sus agitadas existencias, porque sus raíces estaban clavadas en la fértil tierra del anarquismo y regadas por la sangre generosa de sus mejores hijos.

Al año de haber ingresado en el ateneo de Divulgación Social, había leído con apetito de hambriento los numerosos volúmenes que alineados en la pared nos brindaba su pródiga lectura y desinteresados consejos. Leyó meditó y su espíritu vacilante se acobardó al reconocer su propia pequeñez. Pero pronto se ensanchó. Se iluminó bañándose en oleadas de sabiduría ajena y su ejercitada inteligencia multiplicó lo leído con la misma fecundidad que la buena tierra al grano de trigo que se refugia en su seno.

Un día interviene en una asamblea del Sindicato de la Construcción  donde tan inteligentes militantes del sindicato polemizaban. Lo hace con tal aplomo, con tal seguridad, que parecía un profesor dirigiéndose a sus alumnos. Santana ha desatado el lazo de su elocuencia, el  ramo de su sabiduría, y con él va haciendo un bordado de pensamientos de vivo colorido que va extendiendo su perfume al salir por aquellos sonrientes labios, de un David que ha saltado con decisión al campo de la acción, blandiendo sobre sus oyentes la trenzada onda de la enseñanza.

A partir de éste momento, el anarquismo cuenta con un propagandista más en la tribuna, con Federica, Ascaso, Domingo Germinal, Vicente Ballester, Juan J. Domenech y otros de no menos valía intelectual.  Se dedica a sembrar ideas. Siembra con paciencia y coraje, con ardor, se hace tan popular entre los trabajadores, (que le quieren y le admiran) cómo entre la Iglesia y el Capital que le odian y, vomitan sobre él todas las bilis de sus inflamados hígados.

Alto de espíritu y de cuerpo era nuestro joven tremendo,  en la tribuna se agigantaba con sus profundos conocimientos de profesor que ha estudiado en la prosa de la existencia, en la eterna lucha consigo mismo y en la de los demás. Su fogosa rebeldía temperamental la precisión matemática de su mímica, sus medidos gestos de artista consumado, sus brazos de gladiador desafiando valientemente a poderosos enemigos, su bien timbrada voz de barítono, sus oportunas pausas, su simpatía sonrisa de niño bueno.., todo en él, era tan natural y atrayente que hasta bastaba anunciar que Santana iba a hablar para el local de la C.N.T. resultara insuficiente para acoger al pueblo que acudía a oír su autorizada voz.

Era un viejo en conocimiento, sin perder su virginidad de niño. Quienes compartimos con él la prisión durante el periodo republicano, hemos conservado una serie de imborrables recuerdos que cantan su sencillez y nobleza.

El 19 de julio del 36, junto con otros jóvenes libertarios, entra en Radio Málaga. Su potente voz corre abrazada a las ondas  llevando el mensaje de la C.N.T. y de la F.A.I. llamando al pueblo al combate contra el fascismo. Oyéndole había que tener la sangre aguada para permanecer impasibles frente al receptor. Después marcha al frente, pero su vocación no es la de soldado. Su labor no está en empuñar el frío fusil, sino la ardiente pluma no inferior a su oratoria. Nombrado Director de " FARO " hace un magnífico portavoz de la C.N.T. y del anarquismo. Su formato, su colorido, la selección de sus trabajos  hizo de ésta hoja una escuela ambulante de orientación revolucionaria en las manos de sus lectores.

Málaga se pierde para la causa de la Libertad. El triste peregrinaje de este pueblo vencido por la traición de tantos, va arrastrando su tristeza por el negro asfalto de la serpenteante carretera en busca de la hospitalidad de otros pueblos, por donde no hayan pasado los bárbaros de la cruz y la espada. Santana presencia a los niños, mujeres y ancianos que con los pies ensangrentados caminan por la carretera. Madres reflejando en sus pálidos rostros la angustia que les produce remover los cadáveres amontonados en las cunetas, entre los que esperan identificar al hijo desaparecido. Padres con voz ronca por el dolor y el cansancio, preguntando sin cesar a diestro y siniestro por sus familiares, dispersados por los bombardeos del Canarias y de la aviación alemana.

¡ Luto y dolor, lágrimas y sangre !. Ese es el estandarte de aquella procesión, que busca la libertad y encuentra la muerte. Mientras tanto, los tanques italianos siguen avanzando sobre una alfombra de cadáveres, en el horizonte rojo y negro de las colinas cercanas, se dibujan los blancos turbantes de las hordas moras, dando gracias a Mahoma por el triunfo que han conseguido para el cristiano Franco.. Aquel calvario del pueblo malagueño había de quedar fotografiado en su sensibilidad humanista, que cuando cerraba los ojos se imaginaba aquel cuadro como si hubiera sido pintado por Goya.

Llega a Almería extenuado, sucio y hambriento, por cama el duro suelo de una secretaría de la F.L., pero esta fatiga no dura nada más que un día. Se tenía que trabajar con más ahínco que antes, aunque solo fuera para consolar tantos sufrimientos. Tan torpe me siento hablando de él, que voluntariamente omito muchos episodios de su vida, temeroso de que mi pluma desfigure la belleza de sus acciones.

El Comité Regional de Andalucía y Extremadura, confía a su talento la dirección del periódico regional  " NERVIO ", que al contacto con sus manos y sus inagotables iniciativas, se hace tan interesante, que constituye el alimento espiritual de los jóvenes y viejos anarquistas que combatían en los frentes.

Al salir de un mitin en el que Santana habló en nombre de la F.A.I., el viejo Manuel Pérez, maestro de maestros, dijo;

-De cuantos oradores he oído hablar de la F.A.I., ninguno ha podido darle la elevación que le ha dado magistralmente este joven orador.

Como orador y como escritor, fue un verdadero vidente. Basta repasar sus trabajos de  " RUTA ", cuando se celebró el Pleno de Valencia, para darnos cuenta de que él empezó por donde nosotros hemos terminado.

Los fusiles caen de las manos de los combatientes.  ¡Ha terminado la guerra !. Esta voz se va mezclando con  la angustia de los antiguos milicianos. Santana no quiso o no pudo ganar el destierro, y junto con el no menos querido Juan Lozano, intenta a través de las montañas entrar en Málaga, donde espera encontrar amigos que le ayuden. A la altura de Motril fueron sorprendidos por un grupo de falangistas armados. Ellos le hacen frente con valor. Durante más de una hora vuelan sobre los tomillos y romeros los ardientes moscardones de la muerte. La fatal ley del número vence una vez más a la razón y el valor. La tierra de Granada, a la que intentó liberar en los primeros días de la contienda, se empapa con las amapolas de sangre joven de estos dos anarquistas.

¿Dónde reposan los restos de Santana? En España, en su España.  ¡Pero qué importancia tiene eso!, su recuerdo vive. No han podido borrarlo sus enemigos, ni por la calumnia ni por el silencio que después se hizo alrededor de su vida y de su muerte. Y hoy, después de veinticinco años de  " paz de los cementerios ", Andalucía entera desde Jaén a Cádiz, desde Huelva a Málaga, sueña con oír la voz potente del ANARQUISTA JUAN SANTANA CALERO,  lanzando su más profundo anatema contra la barbarie azul.



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