jueves, 28 de enero de 2016

Muere Conchita Picciotto, la española que protestó 35 años ante la Casa Blanca



La mujer, nacida en Vigo, inicio su protesta contra la proliferación de armas nucleares frente a la Casa Blanca en 1981
Era considerada la persona que ha mantenido un acto público de protesta política durante más tiempo en la historia de EEUU

La española Concepción Martín Picciotto, conocida por haber permanecido acampada ante la Casa Blanca como medida de protesta contra la proliferación de armas nucleares durante casi 35 años, falleció este lunes en un refugio para mujeres sin techo de Washington.
El refugio para personas sin hogar N Street Village de la capital estadounidense informó a The Washington Post del fallecimiento de Picciotto, considerada por muchos la persona que ha mantenido un acto público de protesta política durante más tiempo de la historia de EE.UU.
Aunque se desconoce la edad precisa de la fallecida, el diario apunta que rondaba los 80 años, y pese a que había sufrido una caída recientemente, se desconoce la causa de su muerte.
Pocos sabían su nombre y casi no hay detalles sobre su vida antes de emigrar a EE.UU. y casarse con un italiano, pero Conchita Martín, oriunda de Vigo (Galicia, España), es una figura reconocida por casi todo el mundo en Washington, ya que llevaba acampada desde 1981 enfrente de la Casa Blanca.
Martín emigró a Nueva York en 1960 y trabajó en la Gran Manzana como recepcionista en la oficina comercial de la embajada española, para casarse más tarde con un emigrante italiano, de quien adquiriría el apellido y con quien adoptaría a una niña.
La convicción de que su marido quería separarla de su hija fue la que la llevó a Washington por primera vez en 1979, con la intención de buscar ayuda entre la clase política para recuperar a la niña, pero su empresa no resultó exitosa.
Fue entonces cuando conoció a William Thomas, un activista contra la proliferación nuclear que ocupaba una tienda de campaña en la avenida Pensilvania frente a la residencia presidencial, y decidió unirse a él.
Desde entonces, y durante más de tres décadas, Conchita Martín Picciotto no abandonó esa posición pese al fallecimiento de Thomas en 2009, y se convirtió en un personaje célebre entre los residentes de la capital y los miles de turistas que cada día visitan la Casa Blanca.
"Son los mismos perros con distintos collares", aseguró la manifestante en una entrevista con Efe en 2001 al referirse a los cuatro presidentes estadounidenses que entonces habían pasado por el Despacho Oval -de Reagan a Bush hijo- desde que en 1981 comenzó su protesta contra las armas atómicas.
Conchita aseguró entonces que no se movía de su emplazamiento "ni en invierno ni en verano, ni de noche ni de día", poco antes de interrumpir la charla ante la petición de un turista coreano para sacarle una foto junto a su hija de corta edad.
Mientras hacía el gesto de la paz y sostenía un cartel en coreano -tenía en casi todos los idiomas-, la manifestante aseguró que solo abandonaba su pequeño "garito", junto a una pancarta "Contra la bomba atómica" y fotos explicativas, para "ir al baño".

jueves, 21 de enero de 2016

Grabó la Policía la «exclusiva» de Antena 3 y la filtra ahora con fines políticos ?



Tremendo combo el de Antena 3, que logró colocar en una misma noticia a Podemos, CUP, Venezuela y, cómo no, el «entorno de ETA». Pleno al 15. Lástima que tenía entradas para «Los odiosos ocho», la última película de Tarantino, y me perdí el debate de 13TV. Tuvo que ser chanante. Frivolidades al margen, las imágenes no mienten y es evidente que las personas que aparecen nombradas realizaron ese viaje. Un desplazamiento que, por otro lado, no tenía nada de secreto: lo publicitó ampliamente la Red de Intelectuales, Artistas y Movimientos Sociales en Defensa de la Humanidad de Caracas, tal y como explica Antonio Maestre en La Marea. De hecho, sin todo el ruido que habrá generado la «exclusiva» del canal de Atresmedia no sería difícil encontrar alguna reseña perdida por Google. Es lógico que quien organiza un encuentro internacional trate de publicitarlo todo lo posible e intente que los medios de comunicación den cuenta de los actos organizados. Eso es así aquí y en la Venezuela Bolivariana. 
Lo que ya me genera más dudas y estoy seguro de que pocos de los medios que repetirán hoy la noticia se preguntarán es quién grabó el vídeo, con qué fines y por qué lo filtra ahora. Es obvio que la cinta no está filmada por un turista indiscreto que se dió cuenta de que podía sacarse unos buenos cuartos vendiendo una noticia que en ese momento ni se olía. Tampoco se han filmado ellos mismos, ya que es evidente que la cámara está ubicada a una distancia prudencial, la suficiente como para que el que la dirige no pueda ser descubierto. Vamos, que esto apesta a un seguimiento policial que ha sido ahora oportunamente rescatado para condicionar un contexto político en el que la derecha española ha ampliado el foco de estigmatización. Si antes todo valía contra la izquierda independentista vasca, ahora la lógica se extiende a la catalana e incluso la española, que observa incrédula cómo se extiende la excepcionalidad. Es evidente que desde determinados despachos se está operando para cortocircuitar cualquier pacto alternativo a Mariano Rajoy. Y eso pasa por meter miedo al PSOE.
La infamia del uso político de las cintas policiales no nos debería desviar de la terrible anomalía democrática que supone que la Policía pueda seguir impunemente a ciudadanos teóricamente libres por realizar actividades políticas que carecen de cualquier reproche penal. Así que a mí me surgen bastantes dudas. Por ejemplo: ¿Qué cuerpo policial grabó esas imágenes? ¿Qué es lo que se estaba investigando? ¿Es habitual espiar a activistas sociales o cargos públicos y guardar esas imágenes? ¿Cuántas cintas como esa están esperando en algún sótano de Interior a la espera de que le vengan bien al Gobierno de turno? ¿Quién dedica su tiempo a revisarlas por si hubiese algún dato que vender a la prensa? ¿Quién dio la orden de filtrar los vídeos, tanto grabados en la lejanía como los de la cámara de seguridad del aeropuerto, a los periodistas? ¿Lo hizo un agente de «motu propio» o llega desde el ministerio? Ya en tono más filosófico: ¿cómo se llama el sistema político en el que funcionarios públicos vigilan a ciudadanos que realizan actividades completamente legales y utilizan esas grabaciones con fines políticos?
Nadie de los que aparece en esa grabación tiene por qué dar ninguna explicación. Quién sí debería dar la cara en cualquier país civilizado es el ministerio del Interior y, por extensión, el Gobierno de Mariano Rajoy.

lunes, 18 de enero de 2016

Franco acumuló una fortuna de 400 millones gracias a su entramado corrupto


El dictador filtró para sí parte de las donaciones “a la causa nacional” en plena guerra civil y revendió 600 toneladas de café donado por Brasil a España en 1939. El general golpista tenía en agosto de 1940 una fortuna cercana a los 400 millones de euros y el “holding empresarial” de El Pardo acumuló sueldos, comisiones, regalos y gratificaciones para amasar su riqueza.
Franco era un corrupto que ejecutó mordidas desde la guerra civil. Un opresor que aflojó las cuentas públicas de España y estableció un entramado que desaguaba riqueza en su figura omnímoda. “Nuestra Cruzada es la única lucha en la que los ricos que fueron a la guerra salieron más ricos”, dijo el dictador en un discurso (Lugo, 1942). Es el lado oscuro, e ilegal, de una fortuna que engordó en plena dictadura al calor de la corrupción sistémica del régimen franquista.
El perfil latrocínico del militar arranca a lo grande: se hizo con casi 400 millones de euros tras la ‘cruzada’ contra la República. Queda en pañales la trama Gürtel y las cuentas en Suiza de Francisco Correa (18,6 millones) o Luis Bárcenas (47). Francisco Franco (El Ferrol, 4 de diciembre de 1892 – Madrid, 20 de noviembre de 1975) disfrutó cuatro décadas como Jefe de Estado para acumular donaciones, sueldos, regalos y comisiones.
Franco no perdió el tiempo. Arañó dinero recibido por los golpistas en pleno conflicto armado y revendió toneladas de café donadas por Brasil. A lo largo de su vida recibió innumerables “regalos”, caso del Pazo de Meirás o un todoterreno agasajo de Adolf Hitler. Todo era posible bajo su manto omnipotente. Como lo era la gratificación mensual de 10.000 pesetas que recibía de la compañía Telefónica.
Así nació la fortuna de Franco
“Franco se consideraba el Estado, España. Necesitaba dinero y se apropió de él”, cuenta a eldiario.es el historiador Ángel Viñas. A cuatro décadas de la muerte del dictador, el autor publica el libro La otra cara del caudillo (Crítica, 2015), una obra que da “un paso más en el continuo proceso de desmitificación de Franco”.
Tenía un plan y robó, para cumplirlo, una idea al propio Hitler: elFührerprinzip o mandato dictatorial como “fuente de Derecho”. Usaba “leyes reservadas” y ocultas al Boletín Oficial del Estado, disposiciones secretas que explotó “desde los años de la guerra civil hasta 1957”. Una “curiosa y desconocida costumbre de Franco” que solo conocían “aquellos privilegiados que se ocuparon de llevarlas a la práctica”, describe Viñas.
Por ahí filtró a su interés parte de las donaciones “a la causa nacional”. Las mordidas al apoyo económico a la rebelión militar contra la República inauguran en octubre del 36 la cuenta corrupta que vive un episodio de oro al final de la guerra con las 600 toneladas de café entregado por el dictador brasileño Getúlio Vargas. “Un regalo al Estado español” que Franco pasó a la Comisaría de Abastecimientos y Transportes dependiente del Ministerio de Industria y Comercio “y cobró por adelantado su importe”, 7,5 millones de pesetas, que serían hoy unos 85,6 millones de euros.
Con una nómina en 1935 de 2.493 pesetas y de 50.000 como Jefe de Estado, la riqueza del militar llegó en agosto del año 40 a 34,3 millones de pesetas. Un capital “acumulado en diversas cuentas corrientes” que suponen cerca de 388 millones de euros. “Todo ‘ganado’ en cuatro años. No está mal para empezar”, subraya Viñas.
“Sin embargo, ha perdurado la convicción de que Franco era un hombre honesto y austero”, declara a eldiario.es el hispanista Paul Preston. El dictador, “y su mujer”, recibían “regalos de varios tipos, desde medallas de oro a fincas y hasta automóviles de lujo”, enumera como “la punta de un iceberg colosal” que arranca en “su acceso particular a las suscripciones que se hicieron para sufragar el coste del esfuerzo bélico de los rebeldes militares”.
“La idea convencional del Franco sin afán de lucro ya no se sostiene”, aclara Preston. En su afán recaudatorio, el general golpista trazó negocios secretos y oscuros manejos de testaferros familiares. Era el “holding empresarial” forjado desde “la corte de El Pardo”, según desveló en Los Franco S.A. o Ricos por la guerra de España el periodista Mariano Sánchez Soler. Un patrimonio difícil de digerir a base de simples sueldos públicos.
Franco, corruptor y corrupto
El oficio continuó en plena dictadura. Franco “modificó su comportamiento” y había empresas que, “agradecidas por autorizaciones concedidas”, traspasaban “acciones gratuitamente”. El dictador, así, percibía “dividendos”, mordidas, porcentajes por negocios revueltos entre consejos de ministros y de administración. “La corrupción estaba en el ADN de la dictadura”, dice Viñas.
La imagen corrupta del general rebelde toma huella documental con la apertura a investigadores –año 2010– de los “papeles conservados” en la Fundación Nacional Francisco Franco. “Es claro que Régimen de Franco institucionalizó el pillaje a través de los castigos a los derrotados que algo tenían”, continúa Paul Preston. El soporte legal, la Ley de Responsabilidades Políticas, era “en esencia un mecanismo para justificar la expropiación masiva de los vencidos”.
La corrupción servía como pauta de control y la afición cinegética del general golpista, como oficina ambulante: “importantes sumas de dinero cambiaron de manos mientras los aspirantes a los favores de Franco promocionaban cacerías a fin de conseguir acceso a la fuente de patronazgo”, dice el hispanista.
“No se sabe mucho más” de lo publicado hasta ahora, confirma el historiador Francisco Espinosa. “Aquí no se conservan los archivos de los presidentes ni mucho menos de los dictadores”. Porque el enriquecimiento ilícito no quedó en el autócrata. El contubernio ilícito envolvía al régimen y derramó siempre sobre la oligarquía franquista, desde 1936 hasta la Transición.
Franco, corruptor y corrupto, cosió a la clase dirigente en la confusión premeditada entre lo público y lo privado. Y ése carácter sistémico brotaba en cualquier aspecto de la vida, con el estraperlo como gran ejemplo cotidiano: el comercio prohibido con artículos intervenidos por el Estado o sujetos a racionamiento. Amén del tráfico de penicilina en el ámbito sanitario, el “trabajo esclavo” como inagotable fuente de recursos e incluso la “necesidad de recomendaciones para salvar la vida”, enumera el historiador José Luis Gutiérrez Molina.
El dictador lideraba la patria convertido en una suerte de gestor avanzado de puertas giratorias. Corrupción y desarrollo se dieron la mano para amasar patrimonios y consolidar el capitalismo español. Familias del régimen, cuenta Sánchez Soler, pobladas de “empresarios de fortuna, falangistas de clase media, funcionarios oportunistas, latifundistas de gatillo fácil, altos cargos a la búsqueda de multinacionales… unidos a la caza del dinero y entrenados en la autarquía de la posguerra para enriquecerse con el desarrollismo a partir de 1959”. Concluye Viñas: “si Franco se benefició personalmente de la victoria parece sensato que no pensara mal de quienes también lo hacían” bajo la tenaz sombra del franquismo.
JUAN MIGUEL BAQUERO
Fuente: El diario.es


miércoles, 13 de enero de 2016

Sangre derramada en la Sauceda




La Sauceda es un pequeño territorio enclavado en pleno Parque Natural de los Alcornocales, perteneciente al término gaditano de Cortes de la Frontera. Cuenta la historia que en el siglo XVI sus habitantes se negaron en redondo a obedecer las leyes y órdenes de Felipe II y que incluso llegaron a disponer de un mínimo "ejercito" para enfrentarse a la todopoderosa monarquía de entonces. Una zona desconocida para la mayoría de los españoles cuya principal actividad económica en la actualidad se basa en el turismo rural y el producto de la explotación controlada de los montes. Lo que la historia reciente de España oculta o en el mejor de los casos nos ofrece ensombrecido son los sucesos que allí tuvieron lugar durante los primeros meses de la Guerra Civil española.

Cuando en 1936 las tropas sublevadas procedentes de África en su avance hacia Sevilla y Madrid llegaron a La Sauceda y se hicieron militarmente con la zona, hombres, mujeres y niños fueron torturados, asesinados y arrojados a fosas comunes. Casas incendiadas, pertenencias y víveres expoliados como rapiña de guerra, mujeres violadas barbaremente varias veces por la tropas, un panorama de terror y un ensañamiento ajeno a la condición humana. Unos sucesos escalofriantes a manos de la aviación nazi y el ejército franquista contra lo que era el último bastión republicano en la zona de Cádiz. El cercano cortijo del Marrufo, fue convertido por las fuerzas falangistas en centro de tortura y exterminio, prisión improvisada y paredón de fusilamiento para los republicanos de la zona y la de aquellos que, procedentes de la campiña jerezana y otras poblaciones próximas de la provincia, habían elegido el valle como refugio ante las represalias franquistas o fueron allí conducidas en cuerdas de presos. Las victimas llevan casi 80 años esperando justicia.

En el mes de marzo del recién despedido 2014 ve la luz un documental producido por el Foro de la Memoria del Campo de Gibraltar bajo la dirección y guión de Juan Miguel León Moriche, realizado y montado por Antonio Bermejo Canúa, su título: "La Sauceda, de la utopía al horror", en el que a través de supervivientes a la tragedia, o hijos y nietos de los asesinados o desaparecidos se deja testimonio de lo allí sucedido junto a la exposición de la labor realizada desde el año 2011 para localizar las fosas comunes. En el verano de 2012 se encontraron los primeros 28 cadáveres, el número estimado de restos humanos enterrados en la zona es de 600.

A un trailer del documental puede accederse desde AQUÍ .

Un episodio más de terror, de crímenes contra la población civil a añadir a la larga lista de los llevados a cabo por las tropas sublevadas contra la República y de los perpetrados durante los largos años de represión franquista. Unos crímenes aún impunes, unos crímenes que se intentan ocultar y dejar en el olvido a pesar de las presiones internacionales para que en España se haga justicia. Una actitud vergonzosa no solo atribuible al Partido Popular, también la responsabilidad alcanza a otras fuerzas políticas, además de poner en tela de juicio el comportamiento de la justicia española.

Según Floren Dimas, Delegado de AGE (Archivo,Guerra y Exilio) en la Región de Murcia:

Dada su naturaleza, los asesinatos del Marrufo están tipificados como Crímenes contra la Humanidad por la legislación de la ONU, y su persecución objeto de la lucha contra la impunidad y a favor de los Derechos Humanos, integrados en la legislación española en virtud del capítulo III, artículo 96.1 de la Constitución española de 1978, por tratarse de acuerdos internacionales de obligado cumplimiento, suscritos y ratificados por el Estado español. 
La impunidad de aquellos hechos hasta el día de hoy, señala a la Justicia y al Gobierno de España (el actual y los anteriores desde la extinción de Franco) bajo el estigma de haber incurrido en el delito de denegación de auxilio a las victimas, a los supervivientes, a sus familiares y representantes legítimos. 
La Ley 52/2007 de la Memoria Histórica, promulgada por el gobierno socialista del PSOE, con la complicidad necesaria de IU, constituyó una "ley de impunidad" complementaria y subsidiaria de la Ley de Amnistía de 1977, para servir de marco a unas supuestas medidas, a unas "reparaciones" al margen de la jurisdicción de justicia, por lo que dichas medidas carecen de efectos jurídicos, además de resultar inútiles por carecer de partida presupuestaria, estratagema en la que se ha venido amparando el Tribunal Supremo para archivar cuantos recursos y querellas le han sido elevados, tanto desde España como desde otros continentes 
Las fosas comunes de victimas del franquismo convierten a España en el país del mundo, tras Camboya, con el mayor número de fosas sin exhumar y con el triste primer puesto en el ranking mundial de países en número de personas asesinadas desaparecidas. 
Desde 1936 a 2015 ningún responsable franquista ha sido juzgado por aquellos crímenes.
Efectivamente el camino trazado no es el correcto, por él no se llega a ningún lado. Las leyes de Memoria Histórica y de Amnistía lo impiden. Solo siguiendo la doctrina creada e impulsada desde 2004 por el Grupo Nizkor se puede conseguir una fiel exposición de la verdad y una justicia plena. Llevamos años oyendo hablar de los innumerables defectos provocados por el ya popularmente conocido como "régimen del 78", recientemente las nuevas formaciones políticas llaman a su revisión cuando no a su derribo, pero nada se oye en relación con la impunidad de los crímenes franquistas, unos crímenes a los que su naturaleza de crímenes contra la humanidad hace imprescriptibles por mucho que la Ley de Amnistía de 1977 se empeñe en mantenerlos impunes aún en contra de los muy claros dictámenes de la ONU y la Declaración Universal de Derechos Humanos.

Por si el agravio a las victimas no fuera suficiente, el gobierno del Partido Popular acaba de llevar a cabo una nueva repatriación, con cargo al erario público, de restos de combatientes de la 250.ª División de Infantería de la Wehrmacht, denominación germana de la División Azul, integrada por voluntarios para luchar al lado de las fuerzas nazis en el frente soviético durante la II Guerra Mundial, entre 1941 y 1943. Mientras esto sucede las victimas republicanas no solo disfrutan del más absoluto olvido por parte del gobierno español, además tienen que soportar su desprecio, tal y como lo evidenció recientemente el actual portavoz del Partido Popular en el Congreso, Rafael Hernando, declarando públicamente que "los familiares de las víctimas de la dictadura franquista sólo se acuerdan de ellas cuando buscan subvenciones". A raíz de estas declaraciones la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) interpuso una querella, querella que como era de esperar fue rápidamente archivada por la justicia española. Impunidad total y nuevo agravio a los familiares de las víctimas del franquismo. ¿Hasta cuándo?
  
Benito Sacaluga


sábado, 9 de enero de 2016

Matanza en Casas Viejas: el fracaso de una utopía




Aquella madrugada murieron 14 campesinos, un guardia de asalto y dos guardias civiles. La matanza de un puñado de humildes campesinos que soñaban con implantar un comunismo utópico hería de muerte al Gobierno de Azaña.

Todo había empezado el 8 de enero en Barcelona . Se había previsto una insurrección anarquista en toda España que debía empezar por los ferroviarios y seguir en el campo. En Casas Viejas, los anarquistas estaban excitados, los acontecimientos se desarrollaron tres días después. En el municipio, 42 propietarios de los 612 que tenía el municipio en 1933 (o sea, el 6,83%) poseían el 66,12% de la riqueza imponible total. El pueblo pasaba hambre. La mitad de ellos vivía en chozas, de una dependencia donde la familia dormía junta, sobre lechos de paja. Sólo en la época de recolecta había jornal para la mayoría, el resto del año la supervivencia era difícil.
Los anarquistas decidieron que había llegado el momento de ‘su’ revolución, y en la noche del 10 de enero pasaron a la acción. El caciquismo debía llegar a su fin. El pueblo soñaba con implantar sus derechos, proclamaron el comunismo libertario y pasaron a la acción: ‘Había en Casas Viejas un anarquista de prestigio’ –explicó el legendario anarquista Joan Ferrer a Baltasar Porcel en su libro La revuelta permanente– al que llamaban Seisdedos, que se pone al frente de la situación. Dice: "Ha llegado la hora" y, rodeado de su familia, se lanza a la calle. Le siguen todos los campesinos influidos por la CNT y el acratismo. Van con sus escopetas de cazar conejos, las balas de papel (...) La Guardia Civil es escasa y se ha parapetado en la casa-cuartel. Pero desde Madrid, Cádiz y otros sitios se reúnen compañías de fuerzas de asalto, que se presentan en Casas Viejas".
Pero… ¿quién disparó primero? Nadie sabe decirlo. El caso es que, en el primer tiroteo, caen heridos dos agentes del orden. Ambos fallecerían posteriormente.
Las autoridades se alarman. Sofocada la sublevación en el resto de España, los insurrectos de Casas Viejas pueden convertirse en un foco desde el que la revuelta se extienda de nuevo. Manuel Azaña, presidente del Gobierno, se ve obligado a restablecer el orden y envía al ejército.
Así el 13 de enero, la Guardia Civil y la Guardia de Asalto al mando del capitán Rojas, atacan con fusiles y bombas de mano, infructuosamente, una choza donde se han refugiado tres hombres, dos mujeres y un chico, a los que se acusa de haber asaltado, con otros, el cuartel de la Guardia Civil. La orden era terminante y el capitán no duda en acatarla: ni prisioneros ni heridos. Finalmente, un algodón impregnado en alcohol logra prenderle fuego: solo una mujer y un niño pueden huir por un ventanuco, el resto mueren tiroteados o carbonizados. Era la cabaña de Seisdedos, el admirado anarquista, un anciano de 94 años, encorvado por la artrosis, casi ciego pero con grandes dotes de mando. Una de las mujeres es su nieta, una joven de tan solo dieciséis años, analfabeta. Ambos pasaran a la historia convertidos en leyenda. María Silva, ‘La libertaria’, sería fusilada tres años después, ajena a los hechos que la condenaban.
Todos aquellos conciudadanos acusados de su supuesta participación en la rebelión son fusilados indiscriminadamente.
Una investigación parlamentaria esclarecería los hechos. El capitán Rojas, que había atribuido a Azaña la orden de ‘tiros a la barriga’, sería juzgado. Pero la insidia cuajaría. Condenado a veinte años de prisión, liberado por el Movimiento, participaría en las tareas de represión de Granada donde se le vincularía con la ejecución de García Lorca.
La sociedad clamaba justicia y dio crédito a las insidias sobre Azaña. El presidente, incapaz de superar el golpe, se vería obligado a dimitir el 8 de noviembre de ese mismo año.






Recomiendo el libro “Casas Viejas”  del historiador José Luis Gutiérrez Molina 


domingo, 3 de enero de 2016

TRAGEDIA DEL CAMPO ANDALUZ




        Vano empeño es el de los fascistas españoles que se esfuerzan por ahogar el clamor de los trabajadores hambrientos Pretenden dar la sensación que en nuestro país vive la clase laboriosa con la misma holgura económica que los productores de cualquier otro país de Europa.
        Pese a la dictadura que sufre el pueblo, a la censura que emplean las autoridades del régimen siempre escapa algún mensaje, personal o escrito, que nos informa de la trágica situación que están pasando  los trabajadores españoles, sobre todo los campesinos andaluces.
        Lo que vamos a narrar es fiel reflejo de la miseria general que sufre toda España, pero más concretamente en un pueblecito andaluz, cuyo nombre silenciamos para evitar que los secuaces del fascismo reinante puedan sospechar o coger la pista de nuestro informador.        Este pueblecito, como todos los demás, está sometido al hambre, y a la tiranía impuesta por el régimen. Los trabajadores, faltos de ocupación, pasan un periodo de terrible necesidad. Su desespero les hace pensar en que nunca va a tener fin tan dura época.
Los burgueses, propietarios de las tierras, junto con el cura, el jefe de la guardia civil y algunos remunerados falangistas, hacen bloque para regodearse con el sufrimiento de los desheredados de la fortuna.
        En los meses de invierno cuando escasea el trabajo, y la penuria se cierne sobre los hogares humildes.
        A unos cinco kilómetros del pueblo existe un bosque de encinas. Antes que dejarse morir de hambre, Se decidió Ignacio, unos de los mejores trabajadores de dicho lugar, a ir a coger bellotas para venderlas y comprar algún pan a su numerosa prole. Para ello, saltó de la cama a buena hora; vistiéndose sin hacer ruido, para no despertar a los niños que, tranquilos e inocentes, dormían.
        Salió con bastante sigilo de la casa. Ni a su mujer le dijo lo que pensaba hacer. Hacía frío, se metió la gorra hasta cubrir las orejas; se levantó el cuello de la raída pelliza que cubría su cuerpo, y apretó el paso. Tenía ansias de llegar al bosque antes de que empezaran a moverse los guardas y ganaderos, única manera de lograr su propósito.
        Llegado, fue al sitio de destino: echo una mirada a su alrededor para cerciorarse de que nadie le había visto. Deslío el saco que llevaba en la cintura, y empezó a llenarlo de bellotas.
        Trabajaba de forma precipitada, nervioso, ¡hasta con la vista quería llenar el saco! En salir airoso de tan amargo transe, consistía el pan de sus hijos. Todos los más leves ruidos le espantaban. El crujir de alguna ramita seca que se desprendía del árbol, el aleteo de cualquier avecilla, le hacía estremecerse. Sobreponiéndose, dominando sus nervios, continuaba llenando el saco, afanándose por terminar pronto.
         Empezó a despejarse el nuevo día. El sol, queriendo salir, hacía brillar con sus reflejos la copa de los árboles. El ganado que estaba en montanera se rebullía, salía de las camas para correr por el inmenso bosque Los pájaros se desentumecían volando de un sitio a otro, cazando algún insecto.
         Cuando la naturaleza en pleno daba señales de vida, sintió Ignacio un ruido brusco de pisadas de animal. Sin tener tiempo para ocultarse, se le echo encima un guarda que, subido en un brioso caballo, daba la vuelta  a la extensa propiedad, quien, encañonándole con la tercerola, le obligo a darse preso.
        Este guardián de derecho de propiedad, como casi todos los que ejercen semejante profesión, es insensible al dolor y a la necesidad de los trabajadores, Anteponía su fidelidad al patrón, por encima de todo sentimiento humano, Así que de nada le sirvió al pobre "bellotero" rogarle para que lo dejase en libertad, que sus hijos le esperaban hambriento en el pueblo.
        Con el saco medio lleno al hombro, fue conducido Ignacio al cuartel de la guardia civil. Estos lo recibieron con cierto regocijo. Tenían ganas de saciar su perversidad con alguna víctima, máxime si esta estaba fichada por sus actividades contra el régimen o por haber estado en "zona roja" combatiendo el fascismo, durante toda la guerra, como nuestro amigo Ignacio.
        El tratamiento que le aplicaron fue de lo más duro que imaginarse pueda, tanto de palabra como de hecho, cosa que es habitual en estos defensores del Estado Español.
        Las palizas, los golpes recibidos en las partes más sensibles del organismo, le han hecho vomitar sangre varias veces al desdichado obrero. No contentos ni satisfechos con tal criminal proceder, le hicieron, estando en estado de inconsciencia, firmar un tremendo atestado, para después pasarlo a la cárcel.
        Los burgueses, el párroco del pueblo, el jefe de la "Benemérita" y algunos falangistas y lacayos del régimen imperante, comentan con satisfacción la detención de este "insubordinado", así como la lección de escarmiento que ha recibido por parte de los sicarios civilones.
        Mientras tanto, las inocentes criaturas de Ignacio andan por las calles llenos de Harapos, de frío y de hambre. La mujer, con el más pequeño en los brazos, demacrada y digna, se esfuerza resignadamente, por recoger algo para ayudar al preso.
        He ahí una estampa de las muchas que diariamente pueden verse dentro del drama trágico que representa para los trabajadores honestos el vivir en la España católica y franquista.

  Espoir (Toulouse)- 1964